RUTINA DE DIOS

Rutina de Dios, pobreza de hombre
porque convertimos la adoración en un hábito repetitivo.

Nos invaden las cosas de este mundo,
las prisas, las actividades, estas que siempre parece ser lo primero de nuestras vidas,
la mente nos atosiga con imágenes de una y de otra cosa, pero
ninguna que tenga que ver Contigo, mi Dios.

Rutina de Dios, que me hace actuar indiferentemente, ante Tí,
porque pierdo corazón en Tu presencia,
cuanto Tú eres todo corazón hacia mí.

En un momento, caigo en la cuenta, y decido concentrar mi mirada hacia Tí;
Dios mío, menos mal; la lucha es grande, pues una y otra vez, voy y vengo.
Pero Tú está ahí, y si te lo pido, y me dispongo, me ayudas a salir.

Al final, ¿habré ganado?; no, simplemente es mi deber sentir aunque sea mínimamente,
una parte, el gran amor que nos profesas y devolvértelo en pura adoración,
porque Tú eres mi Dios, y no debes ser nunca una rutina para mí. Debes ser el Dios que me ama.

Rutina de Dios, aparta de mi vida, tengo algo importante que hacer, amar a mi Dios.

En los Dos Corazones