Quédate a mi lado
152. Quédate a mi lado
24 de Enero de 2013 (9:45 a.m.)
{Estando en la adoración al Santísimo, el Señor me dijo:}
Hijo mío, aquieta tu corazón, sumerge tu espíritu en mi presencia divina y alábame, porque el Hijo de Dios se ha hecho pequeño en la Hostia Consagrada; me he quedado en todos los Tabernáculos, esperando ser amado por todos los hombres, pero permanezco solitario y abandonado.
Quédate a mi lado, para que seques mis lágrimas y consueles mi agonizante Corazón.
Quédate a mi lado, para que degustes por adelantado el gozo del Cielo.
Quédate a mi lado, para que saborees mis palabras como dulce miel.
Quédate a mi lado, para que descubras los misterios de mi Sagrado Corazón y te extasíes de amor.
Quédate a mi lado, para que profundices en la sabiduría del Cielo y seas mi fiel discípulo.
Quédate a mi lado, para que postres tu espíritu en adoración.
Quédate a mi lado y escribe para mi diario espiritual; embriágate de amor, ansía morir de amor para que juntos nos vayamos al cielo.
{Sus palabras eclipsaron mis sentidos, quería tener a Jesús frente a mí y abrazarlo, besar sus pies y pedirle perdón por mis pecados. De repente, escuché los latidos de su Sagrado Corazón y vi como si la Hostia respirara y Jesús me dijo:}
¿Acaso te parece poco mi verdadera presencia en la Santa Hostia? Estoy vivo, escucha cómo palpita mi Corazón de amor por ti; acércate y percibe mi respirar, quiero fundir mi aliento con tu aliento.
{Contemplé este gran misterio de amor; por un momento llegué a pensar que estaba delirando, que esto no podía ser cierto y al poco instante vi cómo salió de la Sagrada Hostia una gota de sangre y escuché la voz de Jesús que me dijo:}
Hieres mi Corazón con tus dudas, al igual que todos los hombres que, aún, no están convencidos de que estoy vivo, que mi Divino Corazón late en la Hostia Consagrada, cuando esta es una inventiva de amor para seducir el corazón de todos mis hijos.
{Perdóname, amado Jesús, no quería herir tu Corazón; purifica con tu Sangre preciosa mis pensamientos y lava mi corazón.
Eres mi delirio de amor, eres la plenitud que ha llenado mis vacíos, eres solo misericordia porque me llamaste a mí siendo tan pecador.}
Precisamente por eso te llamé; porque en tu corazón no encontraba nada bueno, solo miseria y estiércol de tus pecados; pero me compadecí de ti y me compadezco de todas las almas que se acerquen a buscarme con un corazón sincero, arrepentido de sus culpas.
Es que soy el buen padre que espera a su hijo pródigo para darle un abrazo, para perdonarle por sus extravíos.
Es que soy el buen pastor que camina tras la oveja perdida.
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.