Tengo un problema
Busco la salida a una dura situación,
que me tiene a su merced.
Ando solo y quiero pedir ayuda,
pero no sé hacerlo;
no sale de mi boca ninguna palabra.
Y es que, dudo de que me puedan escuchar,
dudo de que me quieran escuchar.
Todos, el que más y el que menos,
tienen sus propios problemas y
"no hay tiempo para emplear en otros";
en ese "otros" por desgracia estoy yo,
deambulando de un lado para otro,
sin saber que hacer, cargando con mi pena.
¿Qué más puedo hacer? - a lo mejor puedo rezar-
¿rezar? -que tontería ¿quién me va a escuchar?-.
Mis abuelos me enseñaron que arriba hay un Dios que nos quiere
-¿porque nó, voy a intentarlo? ¿que puedo perder?-.
-¿Por donde empiezo? ¿qué le digo? ¿me entenderá?-
Bueno, poco a poco le contaré mi vida en estos momentos, y
cuando entre en calor, ya le diré que tengo un problema.
-¡Vaya!, parece que me ha sentado bien; he soltado todo el lastre;
después de todo, no ha sido tan dificil
-mi corazón latía con fuerza a cada minuto,
y mi pálpito me decía que ese Alguien me estaba escuchando.
Nace un nuevo dia, y recibo una llamada de un antiguo amigo;
quedamos en vernos para tomar algo y charlar.
Realmente me sentí muy bien de que se hubiera acordado de mi,
aprovechamos para contarnos miles de cosas y
claro está, ya le dije mi problema.
Mi amigo me dio una alternativa tan buena como para quitarme
ese desazón que tenía mi corazón y que no sabía apartar de mí.
Y es que, ahora que lo pienso, me pregunto quien me escuchó primero;
si mi amigo o ese Dios que a veces olvidamos,
que tuvo la brillante iniciativa de enviarmelo,
para que éste me consolara y arreglara mi situación.
Realmente me escuchó, porque le hablé con el corazón,
como un hijo desconsolado, y Él, como Padre consolador,
puso todo su Amor, para buscarme lo que yo anhelaba y
no sabía como hacerlo.
Simplemente, debemos buscarlo.
En los Dos Corazones