He prometido escuchar toda suplica dque salga del corazón
basta que me ames con fervor.
Háblame, pues, aquí, sencillamente,
como hablarías a tu madre, a tu hermano.
¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera?
Dime su nombre, dime enseguida
qué querrías que hiciera actualmente por ellos.
Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir;
me gustan los corazones generosos
que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos,
para atender a las necesidades ajenas.
Háblame así, con sencillez, de los necesitados
a quienes querrías consolar, de los enfermos a los que ves padecer,
de los extraviados que querrías que volvieran al buen camino.
Dime por todos una palabra de amigo, palabra entrañable.
Recuérdame que he prometido escuchar
toda súplica que salga del corazón.
En los Dos Corazones