Aquí estoy, esperándote en mi dulce prisión
76 . Aquí estoy, esperándote en mi dulce prisión
9 de Marzo de 2014.
[Jesus amado, cómo no adorarte si Tú eres el Rey de mi vida, cómo no adorarte si te has quedado en la Hostia Consagrada hasta la consumación de los siglos, cómo no adorarte si hiciste del Sagrario tu dulce prisión; cómo no adorarte si eres el Rey de reyes, el Rey de más alto linaje que merece todo honor y toda gloria; cómo no adorarte si eres el Pan Vivo bajado del Cielo.
Aquí estoy Señor, consumiéndome de amor por Ti, uniéndome a la adoración y la alabanza de los santos ángeles; aquí estoy Señor, supliendo todo el amor que los hombres no te dan; aquí estoy Señor, postrando a los pies de tu santa cruz todo lo que soy.]
Aquí estoy, esperándote en mi dulce prisión; soy reo del amor, soy mendigo de amor. Las puertas de mi Templo santo están abiertas para ti; estaba esperando este momento; momento sublime en tu vida, momento salpicado de amor y de ternura, momento para rebosar tu corazón, y con mi presencia celestial llenar tus vacíos.
Aquí estoy, haciendo del Sagrario un precioso jardín.
Soy lirio blanco, lirio de pureza, lirio perfumado que quiere impregnar tu corazón de mi exquisita fragancia.
Aquí estoy como médico divino dispuesto a sanar tus enfermedades.
Aquí estoy como psicólogo descendido del Cielo; entrégame tus problemas, tus sufrimientos morales y espirituales, haré una terapia de amor en tu alma.
Aquí estoy como fuente y manantial de agua viva; si quieres puedo darte a beber algunos sorbos de agua refrescante.
Aquí estoy como el divino alfarero, quiero tomar tu vida como barro blando entre mis manos, para hacer de ti mi obra de arte.
Aquí estoy como arquitecto de tu vida; déjame trazar en ti nuevos planes y proyectos.
Aquí estoy extendiendo sobre ti el manto de mi Misericordia Divina; has venido a Mí, necesitabas encontrarte a solas Conmigo.
Tú sabes Señor, cuánto te necesito; Tú sabes Señor, que ya no soy el mismo. Bendigo aquel día, que saliste a la mitad de mi camino, bendigo aquel día que me llamaste y me invitaste a ser pescador de hombres; bendigo aquel día que te dejaste encontrar en medio de mi tristeza y de mi aflicción, que me prestaste tu hombro para llorar y descansar en Ti.
Tú conoces de mis luchas, mis momentos de infortunio y de desengaño; Tú lo sabes todo de mí. Te adoro en unidad con todos los santos ángeles del Cielo; te rindo toda la gloria que como Dios te mereces.
No entiendo por qué las hombres somos de duro corazón; qué más milagro de amor podíamos pedirte, la Hostia Santa es inventiva de amor para toda la humanidad.]
Bien lo has dicho, soy el milagro de los milagros, pero aun así, permanezco solitario y abandonado en todos los tabernáculos del mundo entero; aun así, muchos de mis hijos pasan de largo y a prisa frente a un templo.
Tengo sed de ser amado y adorado por todos los hombres en el Santísimo Sacramento.
Tengo sed de almas, tráeme a tus amigos, familiares, tráeme muchas almas. Mi Corazón se consume y arde en sed de almas.
Quiero pedirte que repares las injurias a mi Corazón, ya que muchas veces me veo obligado a descender en corazones manchados, putrefactos por el pecado. Cómo me hieren y me laceran estas pobres criaturas.
[Quisiera Señor, que el mundo entero se arrodillara frente a tu presencia, que todos Los hombres comprendiéramos tu excelso milagro de amor. Te has quedado en el Sagrario por amor a nosotros, pero mira nuestra ingratitud, poco te amamos.]
Seca mis lágrimas, préstame tu corazón y recoge mi sangre preciosa profanada y despilfarrada por los pecados de los hombres. Préstame tu hombro, quiero descargar en ti parte del peso extenuante de mi Santa Cruz; préstame tu corazón y déjame entrar en ti. Muchos de mis hijos han cerrado las puertas de sus corazones a mi amor, muchos de mis hijos creen que la Hostia Consagrada es un mero símbolo; cuando mi corazón late de amor por toda la humanidad.
[Perdón, agobiado Jesús mío, si quieres descarga sobre mi tu justa cólera; eres manifestación de tu amor y de tu Misericordia, eres Dios vivo bajado del Cielo.
Así como Tú un día hablaste a mi corazón, iluminaste mi conciencia con tu luz divina, y me hiciste sentir dolor de haberte ofendido, haz lo mismo con los impíos, haz lo mismo con los incrédulos.
Quisiera que todos los hombres te adoráramos y te reconociéramos como nuestro Amo y Señor.]
Lamentablemente no es así; muchos de mis hijos me han arrinconado, me han excluido de sus vidas; muchos de mis hijos creen haber encontrado y alcanzado el triunfo por sus propios méritos, por sus propios esfuerzos, cuando he sido Yo el que todo se los ha proporcionado. Muchos de mis hijos ni siquiera me nombran.
[Perdón Señor, no tengas en cuenta sus extravíos, sus equivocaciones. Quiero consolarte y alegrar tu Sagrado Corazón.
Aquí estoy reparando por mis pecados y los pecados de toda la humanidad.]
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2014 de la Comunidad de Siervos Reparadores.