Profesión de Fe


CREDO DEL PUEBLO DE DIOS
Pronunciado por Pablo VI

Creemos en un solo Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador de las cosas visibles y de las invisibles y también Creador, en cada hombre, del alma espiritual e inmortal.
Creemos que este Dios es uno en su esencia. Él es el que es, como dijo a Moisés; Él es Amor, como nos enseña San Juan.
Sólo Dios puede otorgarnos un conocimiento recto y pleno de sí mismo y se nos revela como el Padre, Hijo y Espíritu Santo, de cuya vida eterna estamos llamados a participar aquí en la tierra por la fe y después de la muerte, en la luz sempiterna.
Creemos en Dios, que engendra al Hijo; creemos en el Hijo que es engendrado desde la eternidad; creemos en el Espíritu Santo, persona increada que procede del Padre y del Hijo como Amor sempiterno de Ellos. Las Tres Personas divinas son eternas entre sí e iguales entre sí.
Creemos en Jesucristo, el Hijo de Dios. Él es el Verbo eterno nacido del Padre antes de todos los siglos. Por Él han sido creadas todas las cosas. Y se encarnó por obra del Espíritu Santo en María la Virgen y se hizo hombre. Él mismo habitó entre nosotros. Anunció y fundó el reino de Dios. Nos dio su mandamiento nuevo de que nos amáramos los unos a los otros como Él nos amó. Nos enseñó el camino de las Bienaventuranzas Evangélicas. Cordero de Dios que lleva los pecados del mundo, murió por nosotros clavado en la cruz. Sepultado, resucitó por su propio poder, elevándonos por su resurrección a la participación a la vida divina. Subió al Cielo de donde ha de venir de nuevo a juzgar a vivos y muertos, a cada uno según los propios méritos. Y su reino no tendrá fin.
Creemos en el Espíritu Santo, Señor y vivificador adorado y glorificado juntamente con el Padre y el Hijo. Que habló por los profetas. Nos fue enviado por Cristo; ilumina, vivifica, protege y rige la Iglesia.
Creemos en la Bienaventurada Virgen María, que permaneció siempre Virgen, Madre del Verbo encarnado. Preservaba inmune de toda mancha, de toda culpa original y que supera en la Gracia a todas las demás criaturas. Ligada íntimamente al misterio de la encarnación y de la redención, la Beatísima Virgen María, terminado el curso de su vida terrestre se Asunta a los Cielos en cuerpo y alma. Creemos en la Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre de la Iglesia, que continúa en el cielo su oficio materno para con los miembros de Cristo.
Creemos que todos pecamos en Adán y que este pecado se transmite juntamente con la naturaleza humana. Creemos que Jesucristo con su muerte en la cruz, nos redimió de este pecado original.
Confesamos que creemos en un solo bautismo, instituido por Jesucristo.
Creemos en la Iglesia, una santa, católica y apostólica, edificada por Jesucristo sobre la piedra que es Pedro. Ella es el Cuerpo Místico de Cristo, sociedad visible, con orden jerárquico, comunidad espiritual e iglesia terrestre. Ella es formada por medio de los Sacramentos por medio de los cuales participamos en el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo. Ella es Santa, aunque abarque en su seno a pecadores. Heredera de las promesas, hija de Abrahám según el espíritu. Edificada sobre el fundamente de los apóstoles, gozando de la perpetua asistencia del espíritu.
Creemos en todas aquellas cosas que se contienen en la Palabra de Dios escrita o transmitida y que son propuestas por la Iglesia para ser creídas como divinamente reveladas.
Creemos en la infabilidad del Sucesor de Pedro, cuando como pastor habla a la Iglesia y que reside también en el Cuerpo de los Obispos cuando ejerce con él mismo el supremo magisterio.
Creemos que la Iglesia es necesaria para la salvación. Pero el propósito divino de salvación abarca a todos los hombres; y aquellos que, ignorando sin culpa el Evangelio de Cristo, buscan a Dios con corazón sincero y se esfuerzan, bajo el influjo de la Gracias, en cumplir con obras con el dictamen de su propia conciencia, ellos también en un número que solo Dios sabe, pueden conseguir la salvación eterna.
Creemos que la Misa, celebrada por el Sacerdote, es realmente el sacrificio del Calvario, que se hace sacramentalmente presente en nuestros Altares.
Confesamos que el Reino de Dios no es de este mundo, pero con el mismo Amor es impulsada la Iglesia para interesarse continuamente por el bien temporal de los hombres.
Creemos en la vida eterna, que las almas de los que mueren en la Gracia de Cristo constituyen el pueblo de Dios después de la muerte, la cual será destruida totalmente el día de la Resurrección.
Creemos en la multitud de aquellas almas que con Jesús y María se congregan en el Paraíso, forman la Iglesia celeste, donde gozan de la bienaventuranza eterna.
Creemos en la comunión de todos los fieles cristianos, es decir, de los que peregrinan en la tierra, de los que se purifican después de muertos y de los que gozan en el cielo.
Profesando esta fe y apoyados en esta esperanza, esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo venidero.

BENDITO SEA DIOS, TRES VECES SANTO – AMEN.