TIPS PARA HACER ORACION


HAY QUE PEDIR COSAS NECESARIAS
PARA LA SALVACION

Se recomienda que pidamos cosas que sean convenientes y necesarias
para nuestra salvación. pues la promesa que nos hizo el Señor no es
de cosas exclusivamente materiales y que no son convenientes para la
vida eterna, sino de aquellas gracias que necesitamos para ir al
cielo. Dijo el Señor que pidiéramos en su nombre. Y comentando estas
palabras, San Agustín, dice claramente que no pedimos en nombre del
Señor cuando pedimos cosas que son contra la salvación.
Pedimos no pocas veces a Dios bienes temporales y no nos escucha.
Dice el santo que esto es disposición de su misericordia, porque nos
ama y nos quiere bien. Y da esta razón: Lo que al enfermo conviene,
mejor lo sabe el médico que el mismo enfermo. Y el médico no da al
enfermo cosas que pudieran serle nocivas. Cuántos que caen en
pecados, estando sanos y ricos, no caerían si se encontraran pobres o
enfermos. Y por esto cabalmente a algunos que le piden salud del
cuerpo y bienes de fortuna se los niega el Señor. Es porque los ama y
sabe que aquellas cosas serían para ellos ocasión de pecado o de
vivir vida de tibieza en la vida espiritual.
No queremos decir con esto que sea falta pedir cosas convenientes
para la vida presente. También las pedía el Sabio en las Sagradas
Escrituras: Dame tan sólo,Señor, las cosas necesarias para la vida
cotidiana. Tampoco es defecto, como afirma Santo Tomás, tener por
esos bienes materiales una ordenada solicitud. Defecto sería, si
miráramos esas cosas terrenales como la suprema felicidad de la vida
y pusiéramos en su adquisición desordenado empeño, como si en tales
bienes consistiera toda nuestra felicidad. Por eso, cuando pedimos a
Dios gracias temporales, debemos pedirlas con resignación y a
condición de que sean útiles para nuestra salvación eterna. Si por
ventura el Señor no nos las concediera estemos seguros que nos las
niega por el amor que nos tiene, pues sabe que serían perjudiciales
para nuestro progreso espiritual que es lo único que merece
consideración.
Sucede también a menudo que pedimos al Señor que nos libre de una
tentación peligrosa, mas el Señor no nos escucha y permite que siga
la guerra de la tentación. Confesemos entonces también que lo permite
Dios para nuestro mayor bien. No son las tentaciones y malos
pensamientos los que nos apartan de Dios, sino el consentimiento de
la voluntad. Cuando el alma en la tentación acude al Señor y la vence
con el socorro divino
¡cómo avanza en el camino de la perfección!
¡Qué fervorosamente se une a Dios! Y por eso cabalmente no la oía el Señor.
¡Con qué ansias acudía al cielo el apóstol San Pablo! ¡Cómo pedía al
Señor que le quitara las graves tentaciones que le perseguían!
Contestóle el Señor: Te basta mi gracia. Así lo confiesa él mismo en
la carta a los de Corinto: Para que las grandezas de las revelaciones
no me envanezcan, se me ha dado el estímulo de la carne que es como
un ángel de Satanás que me abofetea. Tres veces pedí al Señor que le
apartase de mí. Y respondióme: Te basta mi gracia.
Lo que debemos hacer en la tentación es clamar a Dios con fervor y
resignación, diciéndole: Libradme, Señor, de este tormento interior,
si es conveniente para mi alma, y si queréis que siga, dadme la
fuerza de resistir hasta el fin.

Debemos decir a este respecto con San Bemardo:
que cuando pedimos a Dios una gracia, El nos da esa gracia u otra mejor.
A veces permite que nos azoten las tempestades para que de esta manera
quede afirmada nuestra fidelidad y mayor ganancia de nuestro espíritu.
Parecía que estaba sordo a nuestras plegarias... pero no es así.
Al contrarío, estemos ciertos que en esos momentos se halla muy cerca de nosotros, fortificándonos con su gracia, para que resistamos el ataque de nuestros enemigos.

Así muy cumplidamente nos lo enseña el salmista con estas palabras. En la
tribulación me invocaste y yo te libré. Te oí benigno en la oscuridad
de la tormenta. Te probé junto a las aguas de la contradicción.

Fuente: http://groups.yahoo.com/group/oracionsantocuradears