...y los lleva a la luz


Las puertas de la muerte están cerradas,
nadie puede volver allí;
no hay una llave para estas puertas de hierro.

Cristo, en cambio, tiene esta llave:
su cruz, la radicalidad de su amor,
es la llave que abre estas puertas;
el amor de Cristo que siendo Dios se hizo hombre
para poder morir.

Por medio de la Resurrección,
el amor se ha revelado más fuerte que el mal y la muerte.

Los iconos pascuales de la Iglesia Oriental
muestran cómo Cristo entra en el mundo de los muertos:
su vestido es luz, porque Dios es luz;
lleva los estigmas; sus heridas se han convertido en fuerza.

Encuentra a Adán y a todos los hombres
que esperan en la noche de la muerte.
A través de su propia muerte, Él toma de la mano a Adán,
a todos los hombres que esperan, y los lleva a la luz.

Fuente: Benedicto XVI