MENSAJE DEL PADRE PETAR, PARA EL 28 ANIVERSARIO DE LA VVD

El Padre Petar Ljubicic, de Medjugorje, no pudo asistir al 28 Aniversario de los Mensajes de la Verdadera Vida en Dios en los Ángeles, pero envió un mensaje que fue leído durante la reunión. A continuación, se encuentra la transcripción del mismo.

 El Padre Petar es el sacerdote a quien se le ha dado la responsabilidad de anunciar al mundo los secretos de Medjugorje, algunos días antes de que ocurran. Durante la Peregrinación de la VVeD a Roma en 2011, dio un testimonio, que se puede ver, en inglés, en: http://www.tligvideo.org/Frpetarfinal.html

 Este es el Mensaje del Padre Petar para el 28 aniversario de la VVeD:

 Queridos hermanos y hermanas:

 Con gran gozo y amor los saludo a todos, que se encuentran aquí presentes para celebrar este gran Aniversario de La Verdadera Vida en Dios. Estamos viviendo en el tiempo de la misericordia. La verdad es que todo tiempo es, de alguna manera, un tiempo de misericordia. Dios está haciendo de todo para ser más conocido y más amado por nosotros, para que podamos vivir como Sus hijos bienamados. Él nos está dando innumerables signos de Su Presencia, a través de muchas revelaciones de María, y especialmente, a través de los Mensajes de la VVD que nos entrega a través de Vassula. El desea salvar a todos, ya que todos son Sus hijos. Algunos han reconocido los signos de los tiempos y Lo han encontrado al confiar en Él y permitirle que los guíe, mediante el poder de Su Espíritu Santo.

 Todos estamos ansiando un mundo nuevo y mejor. Pero esto es imposible sin Dios. El hombre necesita a Dios para convertirse en un hombre nuevo, en un hombre mejor, más justo y más bendito. Esto es exactamente de lo que habla Medjugorje. Es también lo que Jesús está diciendo a través de Vassula.

 Aún más, es obvio que no es solamente el hombre el que está moralmente destruido, sino también todas las estructuras físicas y biológicas están siendo destruidas. Al negar a Dios y separarse de Él, el hombre está atrayendo sobre sí la oscuridad y se degrada cada día más ( Padre Ljudevid Rupcic, “Medjugorje – la Puerta al Cielo y el Comienzo de un Mundo Mejor”, página ocho).

 Hoy estamos siendo testigos de una gran corrupción y degradación de la sociedad humana. La familia es desvalorizada, junto con la santidad del matrimonio. Es incomprensible ver cómo muchos abogan en favor de la eutanasia, la pornografía, la prostitución, el matrimonio entre personas del mismo sexo… Con todo esto, estamos socavando nuestro futuro y dirigiéndonos a la destrucción.

 El espíritu de modernismo, secularismo y relativismo va en aumento. La visión anti-cristiana del mundo está más presente. ¿Qué está sucediendo en Europa? Todas las raíces cristianas de la sociedad están siendo arrancadas de nuestra sociedad. Casi todo el mundo se enferma, debido a la falta de moral. Sería justo decir que el demonio de la inmoralidad está recogiendo su paga. Hay un “pánico moral” producido artificialmente. ¡La industria de la pornografía en Europa está ganando 2.500 Euros por segundo! Cada año, la industria pornográfica gana más de 75 billones de Euros. Cada año, 45 millones de inocentes niños no nacidos son asesinados, esto es ¡100 cada hora! ¿Acaso no es esto un pecado de la sociedad moderna? ¿No es la vida humana algo sagrado? El derecho humano – y divino - básico, es el derecho a la vida. Hoy por hoy, los liberales hablan a destajo acerca de la libertad, pero ¿qué es la libertad si no se respetan los valores básicos y los derechos humanos? Todos concordamos con esto: el hombre nunca fue más inseguro, más ansioso y más lleno de preocupaciones, más insatisfecho, más pecador y enfermo, ni vivió nunca en mayor miseria y tormento como ahora.

 La sanación del mundo y del corazón humano sólo se puede producir mediante la conversión. La lectura de los mensajes de la VVeD nos deja claro que, sin conversión, ¡no hay verdadera vida! La conversión es una toma de conciencia misericordiosa de que Dios está aquí, que me ama y desea que yo sea feliz por toda la eternidad. Ese es el llamado misericordioso de Dios, haciendo eco en nosotros todo el tiempo, el llamado para buscar a Dios y volver siempre a Él y vivir de acuerdo a Su Voluntad.

 Ese es el regalo de Dios, que El otorga a cada hombre. Nuestra respuesta al llamado de Dios es nuestra decisión irrevocable de dejar todo de lado y poner toda nuestra confianza en Dios. La conversión es una misericordia que está siempre precedida por la acción de Dios. La conversión es una fuerte convicción de que Dios nos puede cambiar, independientemente de cuán lejos estemos de Él o de cuán pecadores seamos. Para Dios, siempre es posible salvarnos. Es verdad también que Él no lo hace sin nosotros.

 Convertirse significa permitir a Jesucristo tomar fuerte control de nosotros, mediante el poder de Su Gracia. Significa rendirse totalmente a Él, darle toda nuestra vida, y confiar siempre en Él. Significa escoger a Jesús como nuestro Maestro y nuestro Salvador. Significa obedecerle siempre y seguirlo a Él en nuestro camino. Convertirse significa tomar conciencia de que Dios existe, tener una experiencia de que Él está aquí, y comprender que Él es Quién está más cerca de nosotros en nuestras vidas. Significa que la vida del hombre tiene un propósito sólo cuando está de acuerdo con el plan que Dios tiene para él.

 El plan de Dios para el hombre es que conozca a Dios, que ame a Dios con todo su ser, que se abandone completamente a Dios, y lo sirva con gozo, para poder convertirse en una persona perfecta y bendita, santa. Entonces Dios llena el corazón del hombre con un gozo perfecto, con verdadera paz y gozo espiritual. Entonces el hombre se siente salvado. Convertirse significa buscar siempre a Dios. Siempre volver a Él, reconociendo que nos estábamos alejando de Él; reconociendo también todos nuestros pecados y rechazando al maligno y todas nuestras tentaciones pecaminosas. Cuando nos arrepentimos sinceramente por todo lo que hacemos, recibimos la gracia de cambiar, nos hacemos mejores, más equitativos, más sinceros, más justos, más santos. Conviértanse, es decir, cambien, hagan las paces con Dios, con sus hermanos y hermanas y con ustedes mismos. En otras palabras, renuncien a todo pecado, dejen de pecar, denle a Dios el primer lugar en sus vidas. Esto es necesario que lo hagan incansablemente, todos los días.

 La esencia de la conversión es tomar conciencia de nuestros pecados, reconocerlos sinceramente y arrepentirnos. Cuando recibimos la absolución, comenzamos a vivir una nueva vida con el poder de la gracia de Dios. Convertirse es dejar de lado nuestro egoísmo y cualquier otro pecado, en aceptación del amor y en el abandono de uno mismo. Para poder convertirnos cada día, debemos orar con el corazón. Orar con el corazón significa orar con amor, con todo el corazón. Significa orar con todo nuestro ser: con nuestro cuerpo y alma, abiertos, humildes y con un corazón limpio. Significa estar totalmente abiertos a Dios. Darle a Él el primer lugar en nuestras vidas, abandonarnos totalmente a Él, y tener plena confianza en Él y de Él, esperando todo bien de Él. Significa orar con todo el corazón, humildemente, devotamente, confiadamente, en forma constante y piadosa.

 De acuerdo con nuestra Señora de Medjugorje y los mensajes de la Verdadera Vida en Dios, orar con el corazón significa vivir la oración como un encuentro con Dios. Significa unirse a Jesús y sentir y experimentar la belleza de la oración, así como la grandeza de la gracia que Dios nos está dando. También significa recibir grandes gracias. Orar con el corazón significa permitirle a Dios que retire todos los obstáculos para que la oración permanezca en nuestros corazones todo el tiempo.

 Si estamos luchando por nuestra conversión diariamente, y oramos con el corazón, entonces el ardiente deseo de Nuestro Señor – la Unidad – se cumplirá antes. “¡Para que todos sean uno, como Tú, Padre, estás en Mí y Yo en Ti, que ellos también sean uno en Nosotros, para que el mundo pueda creer que Tú me enviaste!” ( Jn 17, 21) – fue la oración que rezó nuestro Divino Salvador en Su oración de Sumo Sacerdote, en la vigilia de Su Pasión.

 Han pasado 28 años desde que Nuestro Divino Salvador empezó a rogar, a llorar y a llamarnos a través de Vasssula, para que entendiéramos seriamente este tiempo de gracia, e hiciéramos lo más que pudiéramos para lograr la Unidad de todos los Cristianos, para ser un solo rebaño bajo un solo Pastor. Oremos y ayudemos a nuestro Salvador para que la Unidad se produzca tan pronto como sea posible.

 “Todo cristiano, todo aquél que se considere incluido por el bautismo dentro del misterio de Jesucristo y Su Redención, debe tener un corazón ecuménico. Un corazón ecuménico es un corazón que ama con el Corazón de Cristo”. El Ecumenismo produce en el alma una disposición que respeta tanto a la persona como a la comunidad … ( Cardenal Franjo Kuharic).

 Cristianos de diferentes denominaciones, de todas partes del mundo, se están reuniendo para orar por el restablecimiento de una total unidad. La Cruz de Nuestro Señor nos está llamando a la unidad. Jesucristo verdaderamente murió para reunir, en un mismo cuerpo, a todo el pueblo disperso de Dios ( Jn 11, 52); “¡ayer, hoy y siempre, llamo ardientemente a todos los católicos para que, esta semana, refuercen sus oraciones y las unan con las oraciones de otros bautizados, de manera que nuestro común Señor nos permita celebrar a una voz y con un solo corazón!” ( Juan Pablo II, 15 de enero de 1984).

 “¡A pesar de la desconfianza que tiene siglos de antigüedad, debemos trabajar por la unidad de los Cristianos, en la creencia de que recibiremos esta unidad como un regalo de Dios, en el momento en que Dios lo decida!” (Dr. Frane Franic, Arzobispo de Split). Pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine para poder vivir en humildad y en amor, para que esta unidad de todos los cristianos pueda ser una realidad lo más pronto posible. Hagamos todo lo posible para que desaparezca el pecado de la desunión, así como la incomprensión y el desacuerdo. Nuestro Divino Salvador lo espera de nosotros. Convirtamos cada momento de nuestras vidas en un momento de salvación para nosotros, personalmente, y para nuestros hermanos y hermanas, y de esta manera preparar el camino a la Unidad.

 Gracias por su paciencia, amor y oraciones. ¡Maranatha!

 Dios los bendiga a todos.

 Padre Petar Ljubicic