Jesús de mi vida
Jesús de mi vida,
no paro de quejarme,
¡qué trabajo me cuesta
aceptar a algunas personas!.
Aunque reblandezco mi comportamiento
hacia ellos, con buenas acciones,
no dejo de pensar en lo inútil del caso.
Perdóname Señor,
como vés, soy todo un necio,
al que le puede el orgullo y la soberbia,
que por mucha razón que pueda tener,
esa otra persona,
merece mi total aceptación,
no de mentirijilla, sino, de corazón.
Como Tú bien nos enseñaste, y
deseas de nosotros, para con los demás,
ya sean o nó, de nuestro agrado.
Precísamente a éstos últimos,
con más motivo; pues como Tú dices,
¡qué merito tiene amar al que ya te ama!.
Ésto me lleva a suplicar Tu ayuda,
pues, por mí solo, cuesta muchísimo
llegar a aceptar a esa persona reprochada por mí;
pero si Tú quieres ayudarme,
con la Fuerza de Tu Espíritu,
estoy seguro que lo lograré.
Dios mío, perdóname, y escúchame,
para con Tu Misericordia, darme Tu Gracias,
que haga que cumpla con el precepto
de amar como a mí mismo a todos mis hermanos,
y en especial, a aquellos que hieren mi orgullo;
ese orgullo tan humano y a la vez tan dañino
para nuestra alma.
De todo corazón, tu hijo, que bien te quiere.
En los Dos corazones.
no paro de quejarme,
¡qué trabajo me cuesta
aceptar a algunas personas!.
Aunque reblandezco mi comportamiento
hacia ellos, con buenas acciones,
no dejo de pensar en lo inútil del caso.
Perdóname Señor,
como vés, soy todo un necio,
al que le puede el orgullo y la soberbia,
que por mucha razón que pueda tener,
esa otra persona,
merece mi total aceptación,
no de mentirijilla, sino, de corazón.
Como Tú bien nos enseñaste, y
deseas de nosotros, para con los demás,
ya sean o nó, de nuestro agrado.
Precísamente a éstos últimos,
con más motivo; pues como Tú dices,
¡qué merito tiene amar al que ya te ama!.
Ésto me lleva a suplicar Tu ayuda,
pues, por mí solo, cuesta muchísimo
llegar a aceptar a esa persona reprochada por mí;
pero si Tú quieres ayudarme,
con la Fuerza de Tu Espíritu,
estoy seguro que lo lograré.
Dios mío, perdóname, y escúchame,
para con Tu Misericordia, darme Tu Gracias,
que haga que cumpla con el precepto
de amar como a mí mismo a todos mis hermanos,
y en especial, a aquellos que hieren mi orgullo;
ese orgullo tan humano y a la vez tan dañino
para nuestra alma.
De todo corazón, tu hijo, que bien te quiere.
En los Dos corazones.