En este día quiero hablarte de la virtud
10 . En este día quiero hablarte de la virtud
18 de Enero de 2014
Hijo, toma atenta nota de mis palabras, fija siempre tu mirada en Mí; déjate conducir por el eco de mi voz, no hagas nada distinto de lo que Yo quiero hacer en tu vida; sé dócil, plenamente dócil a la acción del Espíritu Santo, y así podrás ver cómo tu vida dará un vuelco, un giro; podrás ver cómo el hombre viejo que aún hay en ti morirá definitivamente.
En este día quiero hablarte de la virtud, la importancia que tiene la virtud en cada una de las almas reparadoras. La virtud lleva a las almas a la santificación, y la santificación exige renuncias, compromiso serio para adquirir la conversión perfecta y transformante; la oración y la mortificación son medios vitales para la adquisición de la virtud.
La virtud embellece el alma de todos mis hijos, arranca de raíz con todo vestigio de pecado, quita todo olor a podredumbre.
La virtud templa el carácter y lleva a la ascesis, es decir, a las penitencias que embellecen la vida espiritual de todos mis hijos.
Como alma reparadora estás llamada a la virtud y, por ende, a la santidad; no quiero que hagas nada que hiera mi Corazón, quiero que todas tus acciones sean de mi beneplácito para poderte premiar el día que te llame.
Las almas reparadoras deben brillar por la claridad en sus obras; nada turbio, nada oscuro, ningún nubarrón debe haber en sus corazones.
Las almas reparadoras deben caminar por la vía angosta y estrecha que lleva al Cielo, deben llevar vida penitente y mortificada; en este día deseo hablarte con dulzura, con cariño de padre; no quiero obligarte a nada, eres libre para optar por el camino del bien o del mal, eres libre para optar por el camino que te lleva a la salvación eterna o a la condenación, eres libre para que seas hijo de la luz o hijo de las tinieblas. Con ternura te instruyo, con delicadeza podo tu corazón y arranco dentro de ti alguna maleza que impide que las semillas que siembro en la tierra de tu interior germinen, crezcan, reverdezcan y florezcan.
Hoy quiero que hagas un examen de conciencia, quiero que examines tu vida. ¿Cómo te estás comportando en el mundo? ¿Has dado motivos para que murmuren de ti? ¿Cómo te estás comportando en el mundo? ¿Llevas vida angélica? ¿Eres admiración y asombro para los hermanos que tienes a tu alrededor? Me refiero a las virtudes que deben brillar en ti, a tus buenas acciones, me refiero a las obras de caridad, a la vivencia de mis mandamientos, de mi Evangelio; me refiero a la vida sacramental y a la vida profunda de oración que debe haber en ti.
Hoy, entrégame tu vida; hoy, quiero escuchar de tus labios una promesa: rendición a mi Divina Voluntad, hacer siempre lo que te pida. Tantas personas han fracasado en su vida porque no oran para tomar decisiones, se dejan guiar por sus emociones, por sus sentimientos de momento y, después, fracasan, colapsan, sus planes se derrumban como un castillo construido en la arena. Yo no quiero que tu vida se desmorone, Yo quiero que tu vida esté edificada sobre roca firme. Para que no te destruyan los vientos y tormentas impetuosas que puedan caer sobre ti, necesitas una transformación espiritual, una renovación en tu interior; pídeme que te conceda la gracia de ser virtuoso, la gracia de ser santo; pídeme que te conceda la gracia de caminar tan solo tras mi dulce voz, tras mis pisadas; pisadas que tienen una señal: mis suelas desgastadas; porque camino tras la oveja perdida, tras la oveja descarriada, porque camino tras los impíos, los pecadores, porque camino tras los que se declaran ateos, incrédulos, escépticos de que Yo vivo y existo en todos los Sagrarios de la tierra. Por eso te pido a ti, alma reparadora, que colabores en la salvación de las almas, pero necesito de ti: conversión de corazón, un cambio radical en tu vida; necesito de ti: decisión firme, decisión de dejarlo todo por el Todo, que soy Yo.
¿Sabes? Muchas almas se pierden porque no hay quien ore ni se sacrifique por ellas; muchas almas se pierden, porque no hay quien les muestre el camino de la luz que las lleva al Cielo. Ayúdame en la salvación de las almas.
[¿Y cómo Señor, de qué manera puedo contribuir para que mis hermanos, tus hijos, vuelvan a ti?]
Hablándoles de mi Misericordia, diles que mi Divino Corazón es un océano infinito de Misericordia; ve en búsqueda de los pecadores y tráelos hacia Mí; que no tengan miedo, no los censuraré, no les recriminaré su pasado.
[Pero pon palabras en mis labios Señor, porque por momentos no encuentro qué decir ni qué hacer.]
Solo basta que me pidas la gracia; solo basta que invoques la presencia del Espíritu Santo y el Espíritu Santo descenderá sobre ti con fuerza, con ímpetu. Y no serán tus palabras, serán mis palabras que como flechas incendiarias de mi Amor Divino penetrarán, aun en los corazones más duros, corazones de pedernal, insensibles a mi voz.
[¡Oh, Jesús! Quiero ayudarte en la salvación de las almas, quiero brillar en la elocuencia.]
No me hables de elocuencia, no necesitas de discursos bellos, refinadamente organizados, habla con sencillez a todos mis hijos; pondré las palabras que sean necesarias para quitar los velos de oscuridad que cubren los ojos de muchos de mis hijos.
[Perdón, Señor, no necesito de elocuencia, pero sí necesito de santidad, sí necesito estar revestido de virtud, de tu Gracia Divina; pero a veces las tentaciones, los malos pensamientos, a veces las dudas se apoderan de mi.]
Eres criatura formada a mi imagen y semejanza; aún no eres obra totalmente terminada, por eso eres débil; eres inconstante, te dejas zarandear cuando el demonio llega a ti muchas veces disfrazado de ángel de luz, y porque eres incauto, caes.
[Jesús, te he herido y te he lastimado; Jesús, dame la valentía para caminar sólo tras de Ti; dame el coraje que necesito para que mi alma, mi corazón, sean de total agrado para Ti; revísteme con tu Gracia Divina, embellece mi espíritu con tus virtudes.]
Todo lo que me pidas con fe te lo concederé, recuerda que no hay pecado que no perdone; recuerda que no hay camino torcido que no pueda enderezar; recuerda que detrás de un pecador puede haber un gran santo.
[¡Oh, Jesús! Te amo, te adoro, te alabo, te glorifico, me rindo totalmente a Ti y te entrego mi voluntad.]
Eso esperaba escuchar de tus labios, la entrega total de tu voluntad, para Yo disponer de ti como quiera.
[Pero tengo miedo, Señor; tengo miedo a la prueba, al sufrimiento, tengo miedo de que quizás la cruz que Tú me envíes sea demasiado pesada.]
Hijo, ¿acaso tuve miedo de morir en una cruz?
¿Acaso tuve miedo cuando me ataron a la columna y flagelaron con maldad mi cuerpo santísimo?
¿Acaso tuve miedo cuando sabía que mi cuerpo iba a ser extendido en el madero de la cruz y mis manos masacradas, mis pies desollados? Anhelaba el momento de morir en una cruz porque sabía que la cruz sería patíbulo de victoria y de derrota para Satanás. Debes tener bien claro que el sufrimiento trae consigo tesoros de gracia.
[Perdón Jesús mío por mi cobardía, tantas lecciones me has dado sobre la cruz, pero las olvido fácilmente.]
Las olvidas fácilmente porque no meditas en ellas diariamente, porque algunas veces las has guardado como papeles inservibles. Todas las lecciones de amor que he escrito en el Diario Espiritual, son lecciones que pido meditar y vivir diariamente a todas las almas reparadoras. ¿Acaso te parece poco esta manifestación de Amor y de Misericordia para toda la humanidad?
[Es demasiado, Señor; con este diario Tú tocarás corazones, con este Diario Espiritual Tú nos mostrarás el camino que debemos andar, y también nos reprenderás por nuestras caídas, por nuestras infidelidades para Contigo.]
Solo quiero que todos mis hijos me amen, me acepten como el Amo y Señor de todo cuanto existe; solo quiero que todos mis hijos se preparen para el momento final y decisivo de la historia.
[¡Oh Jesús!, tus palabras me llevan a confiar más en Ti; tus palabras me mueven interiormente, y hoy comprendo que me falta muchísimo para creer en Ti, para crecer en estatura espiritual.]
Eres pequeño, estás aprendiendo a balbucear tus primeras palabras, y necesitas que te sostenga de mis manos para que no caigas; eres pequeño, necesitas de mis consejos, de mis tiernas reprensiones y correcciones fraternas. No quiero que te pierdas, que caigas en las seducciones del mundo, no quiero verte llorar, padecer; quiero que seas feliz, quiero verte en mi Tabernáculo de amor para abrazarte, besarte, hablarte tiernamente al oído y decirte que te amo. Pero algunos días no sacas tiempo para venir a verme, algunos días te hablo y no escuchas mi voz, mi voz se pierde y cae al vacío.
[Bien lo has dicho, Señor, me ocupo de otras cosas que aparentemente son santas, cuando Tú me llamas a adorarte en el Santísimo Sacramento.]
Hijo, te perdono, excuso tu tibieza espiritual; te quiero santo.
[Con tu fuerza, Señor, alcanzaré la virtud; con tu fuerza oraré más y tendré más encuentros de amor a solas Contigo.]
¡Ah! Estás tomando conciencia que tu vida sin Mí sería mero fracaso, tu vida sin Mí sería baldía, no tendría sentido; considérate alma privilegiada, considérate operario de mi mies.
[Gracias Jesús, me has sacado del mundo para servirte; has perdonado todos mis pecados y has sanado mi corazón en los ríos de agua viva; gracias.
Jesús, por esta experiencia de amor que me permites vivir y permitirás vivir a todos los humildes, a todos los sencillos.]
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2014 de la Comunidad de Siervos Reparadores.