La consagración que has hecho de tu vida a Mí, ha de llevarte a vivir el santo abandono
49 . La consagración que has hecho de tu vida a Mí, ha de llevarte a vivir el santo abandono
11 de Febrero de 2014. Lima. Perú
En este día perfumé tu corazón del nardo purísimo; en este día, sin tú darte cuenta, te abracé, te estreché a mi Corazón y te hice sentir mi amor, mi amor desbordado.
En este día, que libremente optaste por Mí, hiciste tus votos y me prometiste consagrarte por eternidad de eternidades a Mí; descendí del Cielo, puse de nuevo una argolla en tu dedo; argolla marcada con mi Nombre, argolla en la que aparece también esta fecha, once de febrero de 2014, para que jamás se te borre de tu mente, de tu corazón.
La consagración que has hecho de tu vida a Mí ha de llevarte a vivir el santo abandono, ha de llevarte a actuar siempre de acuerdo a mi Divina Voluntad.
En esta noche quería hablarte, manifestarte la complacencia de mi Corazón; porque cuando una persona se decide por Mí hay fiesta en el Cielo, los coros de los santos ángeles entonan bellos himnos de adoración, de alabanza, y mi Madre celestial extiende su manto sobre el alma que ha decidido consagrarse por entero a Mí, que haya optado por ser obrero de mi viña.
No escatimes en tiempo para adorarme y reparar mi Misterio eucarístico; no escatimes en tiempo para suplir con tu amor, con tu entrega generosa todo el amor que no recibo de las almas.
Desde hoy, que sellamos nuestro pacto de amor públicamente, ya no eres el mismo, algo grande he obrado en ti; deja que te forme, que te prepare para que, con tu vida, testimonies de la sobreabundancia de amor que contiene mi Corazón.
Has de saber que quiero formar siervos reparadores dispuestos a dejarlo todo por Mí, a no apegarse a nada ni a nadie; aun a partir de su patria natal, a viajar a tierras lejanas.
Quiero formar almas reparadoras que consuelen mi Corazón y reparen las veinticuatro horas del día las injurias y ultrajes que recibo diariamente de los hombres.
Quiero formar almas reparadoras que estén dispuestas a la inmolación, al sacrificio; quiero formar almas reparadoras que sean dóciles a mi amor, dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo; quiero formar siervos reparadores necesitados de mi amor, de mi Misericordia; siervos que busquen la santidad y se ejerciten en la virtud.
Quiero formar almas reparadoras para que contemplen el gran misterio de amor: la Sagrada Eucaristía, y se hagan centinelas, custodios del augusto Sacramento del Altar.
Quiero formar almas reparadoras que estén dispuestas, si fuese el caso, a dar sus vidas por Mi, que perfumen con su vida de santidad los ambientes más fétidos, más podridos por el pecado.
Quiero formar almas reparadoras que amen la cruz y acepten la prueba, la enfermedad como una manifestación de mi amor, de mi Misericordia; quiero formar almas reparadoras ávidas de mi presencia eucarística, sedientas de Dios; quiero formar almas reparadoras consagradas al Inmaculado Corazón de mi Madre, y que sean simples soldados rasos de su ejército.
[Después de un corto silencio, escucho la voz de Jesús que me habla al corazón y me dice:]
Tienes una gran tarea, una gran responsabilidad, un largo camino por recorrer, pero si pones tus esperanzas solo en Mí y confías plenamente en mi Palabra saldrás vencedor, porque solo las almas que hacen mi Divina Voluntad y tienen corazón de niño heredarán el Reino de los cielos.