Ven hacia Mí, quiero abrazarte

349. Ven hacia Mí, quiero abrazarte

16 de Agosto de 2013 (9:21 a.m.)

Hijo amado, abre los ojos de tu corazón y contémplame; abre tus labios y alábame. Me he quedado contigo y con toda la humanidad en el Sagrario; por eso, te pido que vengas a Mí y, en unidad con todos los santos ángeles del Cielo, me rindas toda la gloria y la alabanza que como Dios me merezco.

Mírame, extasíate de amor por Mí; mírame y sumérgete en lo profundo de mi Sagrado Corazón, que quiero abrasarte con las llamas de mi Amor Divino; quiero fundirte en un idilio de amor porque te amo, eres la única razón por la que me he quedado en todos los Tabernáculos del mundo entero.

Hoy, quiero darte la oportunidad para que descanses en Mí; quiero darte la oportunidad para que hables conmigo y me lo cuentes todo, absolutamente todo; incluso conociendo tus sentimientos; incluso conociéndolo todo de ti.

Te concedo la gracia de abrirme tu corazón, una terapia de amor quiero hacer en ti; por eso háblame, te escucho; háblame, quiero arrancar de tu corazón cualquier dolor; quiero arrancar de tu corazón cualquier resentimiento, cualquier falta de perdón; quiero arrancar de tu corazón los recuerdos tristes, la ansiedad, la turbación, el enojo; quiero arrancar de tu corazón las malezas que impiden que los frutos buenos que he sembrado dentro de ti crezcan, germinen.

Necesitabas encontrarte conmigo en este día, necesitabas sentir mis besos y mis abrazos; necesitabas que mis palabras cayeran en tu corazón como la lluvia cae sobre el terreno árido y estéril.

¿Sabes, amado mío? Hoy, muy en la madrugada, te susurré algunas palabras de amor en tu oído y te desperté suavemente; quería verte, quería levantar tu ánimo decaído, quería decirte de nuevo que te amo; he muerto en una cruz por ti, me he hecho reo del amor, mártir del Gólgota para darte salvación y vida eterna.

Y hoy te pregunto: ¿ qué has hecho tú por Mí?

¿Me lo has entregado todo? ¿Me amas en plenitud, o aún tu amor por mi es imperfecto?

¿Qué te impide volar? ¿Qué te impide caminar en libertad hacia Mí? ¿Cuáles son aquellas debilidades y pecados que te separan de Mí? Quizás tu mal carácter, tu mal temperamento, o agredes con palabras, hieres el corazón de tus hijos o de tus hermanos. Quizás la falta de mansedumbre y humildad de corazón; quizás la murmuración de palabra o la murmuración interior y solamente tus ojos ven los defectos de los demás. ¿Acaso te has mirado a ti mismo?

Hoy, entrégame tu miseria y tu nada. Hoy, llora como un día lo hizo María; ella llegó hacia Mí y ungió mis sagrados pies con un costoso perfume.

Hoy, déjame que tome tu vida como barro blando entre mis manos.

Hoy, déjame pulirte, tallarte, hacer una obra perfecta; así te duela, así tengas que derramar muchas lágrimas, copiosas lágrimas en mi presencia Eucarística.

Hoy, firma un pacto de amor conmigo; entrégame tu voluntad, quiero actuar en tu vida de acuerdo a mi santo querer; pero no me pongas condiciones, no me sugieras proyectos. Deja que sea Yo tu arquitecto divino. 

Entrégame toda tu vida, entrégame tu corazón; lo acercaré al mío y sentirás cómo mis rayos de luz te hieren suavemente y te hacen suspirar de amor por Mí.

¡Ah! Hijo mío, arrepiéntete de tus pecados.

¡Ah! Hijo mío, quería verte; esperaba este momento para derretir, óyelo bien, para derretir tu corazón de amor.  

No creas, lloro si te veo llorar. No creas, sufro si te veo sufrir. No creas, me siento solo cuando tú te sientes solo; pero hoy secaré tus lágrimas; hoy aplicaré en tu corazón óleo bendito, algunas gotas de mi Sangre preciosa te purificarán, blanquearán tu corazón como la nieve.

No importa que me hayas ofendido y herido; no importa que hayas puesto obstáculos a la obra que quiero hacer en ti; no importa que algunas veces llegues al Sagrario a cuestionarme, a preguntarme por qué estás viviendo determinada situación; no importa que algunas veces hayas querido soltar tu cruz, si la cruz es el único medio que te acerca a Mí, si la cruz cargada y llevada con amor te asemeja a Mí.

No importa que algunas veces caigas en tu debilidad; lo verdaderamente importante es el deseo que tienes de servirme, de seguirme.

Te he mostrado el océano infinito de misericordia que contiene mi Divino Corazón; te he mostrado la fuente de agua viva que brota de mi Sagrado Costado; te he mostrado que soy el Buen Pastor que camina tras su oveja perdida; te he mostrado que soy el Padre misericordioso que espera y siempre esperará a su hijo pródigo.

Ven hacia Mí; no me dejes con mis brazos abiertos, quiero abrazarte. Ven hacia Mí, recuesta tu cabeza en mi pecho Santo.

Ven hacia Mí, quiero pasar mis dedos por en medio de tu cabello.

Ven hacia Mí, quiero susurrarte al oído mi «te amo».

Ven hacia Mí; te mostraré el libro de tu vida y, si quieres, arrancaré aquellas páginas, aquellos recuerdos que te sonrojan, que te avergüenzan.

Ven hacia Mí; ya te he perdonado, ya he arrancado las cadenas oxidadas que te impedían caminar tras las huellas de tu Maestro, de tu Divino Maestro.

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.