Sé las causas de los vacíos que hay dentro de ti

446 . Sé las causas de los vacíos que hay dentro de ti

1 de Diciembre de 2013 (9:33 a.m.)

No has venido a este lugar por tus propios méritos; no has venido a este lugar impulsado por un deseo humano, ha sido un impulso divino, una moción que puse en lo profundo de tu corazón, y se te abrió un camino; un camino para que te encontraras a solas conmigo en este día.

Sé que necesitas ser escuchado; sé que necesitas entregarme tus problemas, tus aflicciones; sé que necesitas ser liberado; porque aún cadenas oxidadas te aprisionan y te impiden ser totalmente libre. Quisieras vivir solo para Mí, quisieras pensar solo en Mí; pero, a veces, sientes una fuerza que te arrastra al pecado; eres débil, te levantas y caes, y vuelves a Mí a implorarme mi perdón; vuelves a Mí a suplicarme que tenga para contigo Misericordia; y has visto que cuantas veces caes yo te levanto, yo te perdono.

Sé las causas de los vacíos que hay dentro de ti; conozco todos los pormenores de tu vida; desde el mismo instante en que fuiste engendrado, en el vientre de tu madre, ya te conocía; por eso, no hay secreto en tu vida que no lo conozca; no hay palabra que, antes de salir de tus labios, no la conozca.

Hoy, hijo mío, te pido que tomes la decisión, la férrea decisión de cortar de raíz con el pecado.

Hoy, te pido que sientas dolor, arrepentimiento por haber herido mi Corazón cuando mi Corazón es un océano infinito de Misericordia, cuando mi Corazón es un tribunal de amor; porque, cada vez que llegas a Mí, llegas siendo culpable y sales exento de toda culpa. Pero yo te entiendo, sé que eres débil; yo te entiendo, eres inconstante en mi camino. Lo que te quiero decir, es que te hagas el firme propósito de salirte de las cosas del mundo; no te acerques al fuego de la tentación. ¡Hijo, eres débil! ¡Si te acercas te quemarás, si te acercas te convertirás en cenizas! Ten en cuenta que el diablo te ronda, te merodea como león rugiente, queriéndote destrozar, queriéndote devorar. Por eso, acércate a mi Madre; Ella te esconderá en su Inmaculado Corazón, Ella te abrasará con la llama de su amor santo y en un santiamén harán cenizas tus debilidades.

Acércate a mi Madre, Ella te arropará bajo los pliegues de su Sagrado Manto; Ella te tomará entre sus brazos como a niño recién nacido que necesita de su madre para poder dormirse; Ella alejará de ti al enemigo, a los espíritus del mal que pretendan separarte de Mí; Ella como Madre te protege, vigila tu sueño; Ella intercede por ti en el Cielo.

Algunas veces te has preguntado por qué haces el propósito de buscar el bien, de alcanzar la santidad, y vas al Sagrario, y allí, de rodillas, me prometes amor eterno; pero el demonio llega a ti disfrazado de ángel de luz, camuflado de oveja con piel de cordero y te incita al mal, te muestra caminos distintos a los míos; te promete felicidad, bienes materiales, fama, poder; o a veces excita tu imaginación y de nuevo las malas inclinaciones, las bajas pasiones afloran en tu vida y te separas de Mí; corres tras los halagos del mundo, te olvidas fácilmente de tus promesas, me haces a un lado, te olvidas que morí en una cruz por amor a ti; te olvidas que me hice reo del amor, víctima divina y pagué alto precio: morí en una cruz para darte salvación y vida eterna; te olvidas que me hice prisionero en todos los Sagrarios del mundo entero y ya no vuelves a visitarme.

¡Ah! Pero has de saber que siempre te he estado esperando, te he enviado a los santos ángeles para que te muestren de nuevo el camino del bien, el camino angosto y pedregoso que te lleva al Cielo; te he enviado a los santos ángeles para que corran, de tus ojos, cortinas de oscuridad, nubarrones en tu corazón; te he enviado a los santos ángeles para que te lleven de nuevo al Sagrario, al tabernáculo de mi Amor Divino; y allí, muchas veces, te he visto llorar; allí, muchas veces, te has postrado a mis divinos pies y como María, la del Evangelio, unges mis pies con tus lágrimas. Y, ¿ qué hago? Perdonarte. ¿Qué hago? Secar tus lágrimas con la orla de mi manto. ¿Qué hago? Levantarte y estrecharte entre mis brazos y manifestarte mi te amo.

¿Sabes? Mi mirada de amor, mi mirada paternal siempre ha estado puesta sobre ti, hasta en los momentos de pecado; hasta en los momentos en que pensabas que los de afuera, que los hombres no te veían, y a ocultas, a escondidas caías en las garras de Satanás. Tristemente te olvidabas que todo lo veía; lloraba, exudaba de nuevo sangre porque me producías terribles sufrimientos.

¡Ah! Pero lo importante es que hoy estás conmigo; lo importante es que has escuchado mi voz, lo importante es que sientes necesidad de Mí, lo importante es que ya conoces las consecuencias nefastas que trae para el alma el pecado; lo importante es que has comprendido que el pecado causa en tu alma amargura, dolor, desolación; lo importante es que quieres reparar el resto de vida; lo importante es que quieres ser apóstol de mi Sagrado Corazón. 

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.