Para que tu amor por Mí sea perfecto...

333. Para que tu amor por Mí sea perfecto...

17 de Julio de 2013 (9:55 a.m.)

[Señor, quiero expresarte todo el amor que siento por Ti; gracias, porque me manifiestas tu ternura, tu Misericordia; en ningún momento me has dejado solo; incluso en aquellos días lúgubres en que anduve apartado de tu camino siempre te sentí, me enviaste ángeles para que con su luz me mostraran mis imperfecciones, mis debilidades.

Un día pronunciaste mi nombre y tu voz cayó en lo profundo de mi corazón y sentí paz, deseos de llorar; porque comprendí que mi vida era un completo caos, que había herido tu Corazón.

Pero, gracias a Ti, soy criatura nueva; me rescataste, me sacaste de una fosa profunda y me purificaste en los ríos de agua viva.

Amado Jesús mío, tus palabras me han seducido, robaste mi corazón porque sin Ti mi vida carecería de sentido; Tú eres el primer pensamiento del día, me duermo pensando en Ti; quisiera permanecer en el Sagrario: amándote, adorándote, reparando por mis pecados y los pecados del mundo entero.

Déjame entrar en tu Divino Corazón, porque quiero sentir el fuego de tu amor Divino, que arda en mi corazón y me consumas en un idilio de amor; porque te amo, quiero hacer siempre lo que te agrade, la que te haga sonreír, porque ya has sufrido mucho por mi; me ha llegado la hora de retribuirte todo el amor; por eso, te pido que me enseñes a amarte, a ser el mejor de tus hijos, un buen apóstol de tu Sagrado Corazón.]

Hijo mío: muchas lágrimas he derramado por ti, porque estuviste en alto riesgo de perderte; muchas veces clavaste, en mi agonizante Corazón, lanzas de desamor y de ingratitud porque te olvidaste de Mí, cambiaste mi amor para buscar cariño, para mendigar amor cuando Yo todo te lo doy.

Los hombres lastiman, manipulan los sentimientos, coartan la libertad; pero mi amor no tiene límites, no puede ser comparado jamás con el amor terrenal; amor terrenal que hoy está y mañana desaparece, se evapora como el humo, se diluye como espuma entre las manos.

Muchas veces azotaste mi Cuerpo Santísimo y me crucificaste de nuevo; pero, aun a pesar de tu indiferencia te esperé como al hijo pródigo, que un día volvería a Mí para pedirme perdón; cómo dejarte con tus manos vacías, cómo no secar tus lágrimas y llorar contigo tus pecados; cómo no curar tu corazón purulento, maloliente; cómo no abrazarte y prestarte mi hombro para que descanses en Mí, te apoyes en Mí porque te amo, he muerto en una cruz para darte salvación y vida eterna.

Para que tu amor por Mí sea perfecto, ofréceme tu vida en holocausto y oblación de amor, renuncia a los criterios del mundo, vive según mis mandatos divinos y deja que el murmullo de mi voz dirija tus pasos; que los rayos de mi luz, descendidos del Cielo, sean antorchas que iluminen tu camino.

Tú corazón no puede estar dividido, no quiero un amor compartido; ámame de veras entregándote generosamente a Mí; no te reserves nada, dámelo todo porque me perteneces.

[Jesús: eres mi delirio de amor, eres el timón y la brújula en mi vida que me guía hacia Ti; tus palabras son bálsamo de paz que me llevan a suspirar de amor por Ti; si quieres, llévame contigo; anhelo morir de amor, en este instante, para permanecer siempre a tu lado, gozar de tu presencia; pero sé que mi misión en la tierra aún no ha terminado; concédeme la gracia de serte siempre fiel hasta el día que Tú decidas llamarme.

Te amo, Jesús, eres el todo en mi vida; te amo, Jesús, eres una obsesión divina que me impulsa a dejarlo todo por Ti, a pensar solamente en Ti.]

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.