Discípulo ante su Maestro y Director
384. Discípulo ante su Maestro y Director
1 de Octubre de 2013 (1:03 p.m.)
Hijo amado, te estaba esperando, deseaba verte, entrar por el pórtico del templo; mira la soledad y abandono en que me tienen los hombres. Me he quedado en todos los Sagrarios de la tierra, pero muy pocos vienen a visitarme, cuando soy el divino Maestro que espera a sus discípulos para enseñarles ciencia divina que les lleva al Cielo; lo importante es que como apóstol de mi Sagrado Corazón supiste responder a la llamada de amor, en este instante quiero pedirte que te matricules en la escuela de mi Amor Divino.
Soy el Maestro de tu vida, por lo tanto déjame guiar tus pasos, permíteme tomarte de mis manos y conducirte por el camino que te lleva al Cielo.
Soy tu divino Maestro y quiero que seas mi fiel discípulo, deseo trasmitirte algunas lecciones de amor que te harán sabio, quiero sacarte de la ignorancia espiritual en la que te encuentras.
Toma mi Sagrado Corazón como un libro de oro en el que conocerás, profundizarás en mis misterios; misterios que te revelo porque eres pequeño, humilde.
Soy tu divino Maestro, por eso acude a Mí, responderé a tus preguntas; te aclararé tus dudas, no te dejaré ir sin haber depositado en tu corazón una gracia, un gesto del gran amor que te tengo.
Soy tu divino Maestro y quiero darte a conocer la ciencia que te hará santo, virtuoso, porque los pecados y los vicios corrompen el alma, los pecados y los vicios destruyen la vida; los pecados y los vicios han llevado a la condenación eterna a infinidad de almas.
Hijo amado, como buen discípulo de mi escuela te pido que tengas disciplina espiritual: todas las obras buenas que te propongas realizar hazlas si están dentro de mis proyectos, no hagas nada que vaya en contra de mi Divina Voluntad.
Ora; la oración te fortalecerá, la oración es alimento que nutre y robustece tu fe; la oración es columna vertebral que te mantiene en pie.
Como divino Maestro debo enseñarte el camino del bien; por eso no te apartes de Mí, mantén tus oídos atentos a mi voz, mantén tu corazón abierto para que recibas mis palabras como bálsamo de paz; como brisa suave que penetra en tu interior y te hace suspirar de amor por Mí.
Como divino Maestro debo prepararte, formarte, para que no seas engañado por filosofías llamativas y extrañas.
Recuerda, discípulo amado, que la verdad la encuentras en las Sagradas Escrituras, en el Magisterio de la Iglesia y en la Tradición.
Como divino Maestro, tomo tu vida interior y te perfecciono, deja la mediocridad, deja el superficialismo; vive la austeridad, ama mi Iglesia, lleva vida sacramental, ama a mi Madre.
Como divino Maestro me veo en la imperiosa necesidad de enseñarte algunas lecciones de amor que serán de gran provecho para tu alma; consúltamelo todo, no tengas temores en manifestarme tus emociones, tus sentimientos, algo haré por ti; una obra grande ante los ojos de mi Padre.
[APÓSTOL DEL SAGRADO CORAZÓN:
Amantísimo Jesús mío, gracias te doy por llamarme a formar parte de la escuela de tu amor divino; sabes que necesito de ti. Tantas veces he caído y me he ausentado de ti por mi ignorancia, por la rebeldía a tus mandamientos, pero hoy llego a ti como discípulo busca a su maestro, para que le enseñe, para que le muestre el camino del bien, para que le descubra perlas de sabiduría que le lleven a la santidad, a la virtud. Oh, divino Maestro, estoy dispuesto a profundizar en tus misterios, a conocer más de tu Evangelio, de tu Palabra.
Oh, divino Maestro, heme aquí entregándote mi ignorancia, mi miseria. Ayúdame a crecer en santidad, ya no quiero ofenderte más, te quiero servir por el resto de mi vida.
Oh, divino Maestro, enséñame el camino que me lleve a un encuentro personal contigo, deseo verte, sentirte, experimentarte.
Oh, divino Maestro, derrama sobre mí el don de sabiduría y de entendimiento para comprender tus lecciones de amor, lecciones de amor que avivan mi fe, despiertan mi espíritu a la oración, a la penitencia, a la reparación; lecciones de amor que me sacan de la ignorancia y me hacen sabio.
Oh, divino Maestro, escribe mi nombre en el libro de oro de tu Divino Corazón; quiero ser tu súbdito de amor, tu esclavo.
Heme aquí dispuesto a obedecerte, nada quiero hacer si no está en tus proyectos; en tu Divina Voluntad, haz que tus lecciones de amor las lleve escritas con letras de oro en mi corazón para meditar en ellas, para hacerlas vida en mi vida.
Como divino Maestro y director de mi vida, te pido que des nueva luz a mis ojos para comprender tus misterios, escudriñar en las Sagradas Escrituras; porque conociéndote, me enamoro más de Ti.
Oh, divino Maestro, te pido perdón porque muchas veces en mi vida no me he acercado a Ti para pedirte consejos, dirección espiritual cuando Tú todo lo sabes; todo lo conoces. Reparo por mis indiferencias de amor hacia Ti, por los abusos a tu Misericordia Divina; reparo porque muchas veces he desperdiciado la sabiduría divina y me he interesado más por la sabiduría del mundo cuando la ciencia del Cielo jamás se agotará, jamás se acabará.
Regálame el don de la fidelidad hacia a Ti, la perseverancia hasta mi muerte.
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.