Repara por los sacerdotes que están en pecado

225. Repara por los sacerdotes que están en pecado

28 de Marzo de 2013 (2:50 p.m.)

Te estaba esperando, me encontraba solo, casi abandonado. Mira que, en la mayoría de los Tabernáculos del mundo entero, muy pocos vienen a visitarme.

Hoy te pido que consueles mi agonizante Corazón y repares la ingratitud, los desprecios y frialdades que recibo de muchísimas criaturas.

Hoy, Jueves Santo, limpia tu corazón, purifícalo en el Sacramento de los ríos de la gracia; quiero verter sobre ti un torrencial de mi amor y de mi Misericordia; quiero perfumar tu interior con el nardo de la santidad, con la fragancia de los santos ángeles.

Hoy, Jueves Santo, te pido que interiorices mis palabras, que guardes recogimiento, silencio y te prepares a recibirme bajo las especies consagradas del pan y del vino.

Quiero herir tu corazón con un flechazo de mi amor, quiero salpicar algunas gotas de mi Sangre preciosa en tu conciencia para darte nueva luz; luz para que camines en la dirección que te lleva a un encuentro personal conmigo, a un encuentro de corazón a corazón.

Hoy, Jueves Santo, te pido que repares por los sacerdotes que se hallan en pecado; sacerdotes que, algunos de ellos, cercenarán mi Cuerpo santísimo, perforarán mi Corazón sagrado de lado a lado; porque aún no ha habido cambio en ellos; su conversión es imperfecta a sabiendas que un sacerdote está llamado a comportarse como un ángel en la tierra, a sabiendas que un sacerdote debe de predicar con su testimonio de vida y hacer que se sienta mi presencia en su corazón.

Repara y pide al Padre Eterno que hoy, Jueves Santo, descienda lluvia de gracia y de bendición sobre todos los sacerdotes del mundo entero.

Cómo quisiera que cada uno de ellos se concienciara de la sublime vocación a la que le llamé; cómo quisiera que cada uno de ellos tomara la seria y férrea decisión de abrazar mi cruz, de inmolarse en el patíbulo de mi cruz hasta consumirse como cirio que arde al pie del Santísimo, y me rindiera gloria, honor y alabanza.

Hoy, Jueves Santo, te pido que me des todo el amor, la adoración y la gloria que los hombres no me dan. Vive la Santa Misa como si fuese la última  Misa de tu vida; quiero entrelazarte de amor, quiero balbucear en tu corazón un te amo.

Haz penitencia, mortificación, ofrece algunos sacrificios de amor por algunos sacerdotes que causan tristeza y sufrimiento a mi agonizante Corazón.

Quiero que, en esta noche, me acompañes en la soledad de mi Getsemaní y, de rodillas, adores la Sangre preciosa que exudará mi Cuerpo Santísimo y, de rodillas, repares por tus pecados y los pecados del mundo entero. En el huerto de los olivos te haré sentir parte de mi tristeza y de mi sufrimiento; no detengas las lágrimas, llora conmigo; porque muchas almas han caído a las profundidades del infierno, muchas almas caminan en dirección opuesta a mi Evangelio.

Hoy, Jueves Santo, haz el propósito de alcanzar la virtud y la santidad a toda costa, haz el propósito de visitarme en mi Sagrario; siempre te estaré esperando para recibirte con una sonrisa en mis labios y estrecharte en mi regazo paterno.

En este Jueves Santo, proponte acompañarme cada noche de las 22.00 a las 24.00 horas, de cada jueves, para que mengües mi soledad, para que mengües mi sufrimiento, para que recojas en el lienzo blanco de tu corazón mi Sangre preciosa. Permanece en un continuo coloquio de amor conmigo en este día, mantén tus oídos abiertos a mis palabras, mantén tu corazón predispuesto a recibirme; mi presencia eucarística te debe llevar a una admiración de mi misterio de amor; mi presencia eucarística debe despertar en ti ansias de adoración y de reparación; porque, siendo el Rey del más alto linaje que se ha quedado en todos los sagrarios de la tierra, permanezco solitario y abandonado; mi presencia eucarística te debe llevar a suspirar de amor por Mí, querer alcanzar el cielo, aunque para ello debes trabajar arduamente para que alcances la salvación de tu alma; mi presencia eucarística debe sumergirte en contemplación; me he quedado en el Sagrario, precisamente, para no dejarte solo ni huérfano; mi presencia eucarística te debe llevar a renacer en el espíritu; mi presencia eucarística ha de despertar en ti sentimientos profundos de oración y de alabanza para el Dios Uno y Trino que está presente en la Hostia consagrada.

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.