No tengas miedo de escribir mis palabras

289. No tengas miedo de escribir mis palabras

5 de Junio de 2013

Hijo, no tengas miedo de escribir mis palabras; si te las guardas, muchas almas se perderán estas gracias, estas comunicaciones divinas que servirán para arrancar, de las garras de Satanás, a un sin número de hijos míos que se hallan anclados en el pecado, han perdido su libertad, han sido atrapados por el mundo.

[Señor, abro mi corazón a tus palabras; te permito que obres en mí como quieras, no puedo estropear tus planes divinos trazados en mi vida. Si quieres que sea ese lápiz desgastado de punta roma entre tus manos, dame la fuerza que necesito para no dejarme derrumbar por las dificultades, contrariedades, vicisitudes y por algunas piedras y tropiezos que encuentro en mi camino. Sé que Tú eres mi fortaleza, sé que Tú eres el bastón, el cayado en el cual puedo apoyarme; pero no me dejes solo, guárdame; te suplico que me guardes en tu Sagrado Corazón, porque temo perderme, temo fallarte, desviarme a derecha o a izquierda y no hacer en todo tu Divina Voluntad.]

¿Por qué temer, hijo amado, si te he llamado para que seas mi siervo? Siervo inútil, que habrá de presentarse en el ocaso de la tarde, cumpliendo con el deber del día; no tengas miedo. ¿Acaso sigues dudando de que sean mis palabras y no tus palabras? ¿Por qué vacilas tanto, cuando te he demostrado que soy lo el autor de este libro, diario espiritual, que recorrerá el mundo entero y será medicina para tantas almas enfermas del cuerpo y del alma? Diario espiritual que caerá como lluvia fresca en los corazones áridos. Diario espiritual que levantará a muchas almas que yacen en tinieblas y en oscuridad. Solo te pido algo: que seas dócil, que te dejes guiar por Mí; no te importe que tengas que atravesar ríos, cañadas oscuras; nada, absolutamente nada te sucederá; desgástate en mi obra, consúmete por la salvación de las almas; para eso te elegí, para que seas apóstol de la reparación, así como un día llamé a Sor Faustina y la hice apóstol de mi Misericordia.

[Señor, amado Jesús mío, cómo negarme a tu ruego y llamada de amor, cuando todo me lo has dado, cuando me has tomado entre tus manos como una piedra tosca bruñida sin forma, y has tenido paciencia conmigo; porque lentamente me has instruido, me has mostrado los peligros que me llevarían a la condenación y desdicha eterna. Me has rescatado, Señor, y no encuentro la manera de agradecerte todo el bien que has hecho a mi alma.]

Pues Yo sí te quiero mostrar la manera de cómo me puedes agradecer el bien que he obrado en ti: deja tu pecado; muere al hombre viejo, carnal, concupiscente; deja el mundo, porque te perderías, naufragarías en altamar. Haz el propósito de alcanzar la santidad. Vive mi Evangelio, encarna mi Palabra; siente hastío, repugnancia por las cosas efímeras.

El mundo te da un placer de momento, y ¿ qué queda después? Vacíos en tu alma, turbulencia en tu corazón. Escribe, no te canses de escribir; quiero mostrar a todos los hombres la abundancia de mi misericordia, la compasión que tengo para con el pecador. No te canses de escribir y no temas por lo que otros puedan decir de ti; te daré la gracia de afrontar tu vida, tal como quiero que seas tú.

[Señor, llévate mis angustias; los miedos me paralizan, el cansancio me anula, debilita mis fuerzas. Siento que aún no he cumplido con tu misión, con la misión que me has entregado; me siento tan indigno ante tu presencia, tan pecador.]

Siéntete miseria, porque el día que te creas santo y virtuoso, la soberbia, el orgullo espiritual habrá rebosado la medida de tu corazón. Quiero que seas humilde, que pases desapercibido frente a los ojos de los demás.

[¿Y cómo, Señor, puedo alcanzar, en alto grado, la humildad que tú me pides?]

Reconociéndote siempre pecador, llorando amargamente tus penas, buscando los últimos puestos, evitando ser elogiado o admirado; haciendo sacrificios de amor que te hagan cada vez más pequeño, que te hagan ver el más mínimo entre los mínimos. Pero, ¡ay de aquellos que entran en una falsa humildad! Satanás les arrebataría mis gracias, les empujaría al abismo del cual no hay salida.

[ Ayúdame, mi Jesús amado; todo lo que Tú me has dado ha de ser solamente para glorificar tu santo Nombre. Te pido perdón por las veces que, sin darme cuenta, he aceptado adulaciones, cuando el único que verdaderamente debe ser admirado eres Tú. Perdóname, Señor, por tantas veces que he herido tu Divino Corazón; dame la oportunidad de enmendar mis faltas, dame la oportunidad de ser un buen hijo para Ti.]

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.