Jesús en el pretorio
402. Jesús en el pretorio
21 de Octubre de 2013 (7:41 a.m.)
Hijo mío: el juez de los vivos y de los muertos es juzgado y condenado por Anás, Caifás y Pilatos; despreciado por Herodes; insultado, injuriado, escupido y abofeteado por los soldados y los criados.
No alcanzas a imaginar el sufrimiento de mi agonizante Corazón. Pobres de estas almas que se hicieron instrumentos de Satanás; se enfrentaban con el Hijo de Dios, con el Hombre-Dios que había descendido a la tierra, no a abolir la ley si no a perfeccionarla; con el Hombre-Dios que había descendido a la tierra a llevar la Buena Nueva a todos los hombres; con el Hombre-Dios que había sido descendido a la tierra para dar luz a los ciegos, para dar movimiento a los paralíticos, para rescatar a todos aquellos que andaban extraviados por el mundo.
No alcanzas a sopesar mi gran sufrimiento. Siendo inocente era juzgado y sentenciado como si fuese el peor de los verdugos, el peor de los criminales.
Repara por todas aquellas personas que han sido condenadas injustamente; pide al Padre celestial que el manto de la Misericordia Divina se extienda sobre la humanidad entera; pide al Padre celestial que llueva del Cielo torrenciales de amor, porque muchos de mis hijos me relegan, me excluyen de sus vidas; muchos de mis hijos son mis peores verdugos; me maltratan con su indiferencia, con su apatía a las leyes y mandatos de Dios; muchos de mis hijos se atreven a cuestionar mis Misterios Divinos, Mi Palabra.
En esta vigilia de reparación, únete al sufrimiento que experimenté cuando fui llevado al pretorio, era señalado como un criminal; los insultos, las burlas eran espadas de desamor que traspasaban, de lado a lado, mi agonizante Corazón.
En el pretorio fui tratado con desdén, sabiendo que sané enfermos, liberé endemoniados, resucité muertos; y, aún así, los hombres se abalanzaban en mi contra como depredadores en busca de su presa.
En esta vigilia de reparación haz un alto en tu camino y, si alguna vez has señalado y condenado injustamente, pídeme perdón, acude al sacramento de los ríos de la gracia, a la confesión y limpia tu corazón de toda culpa; y una vez hayas recibido mi perdón y la absolución, a través de las manos ungidas y consagradas del sacerdote, repara.
En esta vigilia de reparación sana las heridas de mi agonizante Corazón; no te duermas, mantente despierto; te necesito como centinela en esta noche. Eleva plegarias al Cielo, pide por todas aquellas almas que no me acogen como al justo juez; justo juez que paga recompensa el sacrificio de sus hijos; justo juez que también da a cada quien lo que se merece.
Por eso, te pido que endereces tus sendas y camines en la rectitud, la coherencia de vida, en la verdad de mi palabra, en la verdad de mi Iglesia amada. Por eso, te pido que tomes, en este mismo instante, la decisión de ser apóstol de mi Sagrado Corazón y de atraer, al Getsemaní de mis Sagrarios, el mayor número de almas. Por eso, te pido que seas heraldo de mi Evangelio y lleves la Buena Nueva a toda criatura; predica con tu testimonio de vida; sé hijo de la luz, compórtate en la tierra como si fueses un ángel descendido del Cielo.
En esta vigilia de reparación te pido que hagas algunos sacrificios de amor; crucifícate conmigo en el madero de la cruz y renuncia a las cosas del mundo; no camines más en oscuridad y en tinieblas, adéntrate en el pretorio de mi Sagrado Corazón y repara por todos aquellos que no me acogen como al Señor de sus vidas; repara por todos aquellos que denigran de mi palabra, de mi Evangelio; repara por todos aquellos que cuestionan mi verdadera presencia en la Hostia Consagrada; repara por todos aquellos que se toman el trabajo de señalar, de lanzar críticas destructivas en contra de sus hermanos; repara por todos aquellos que les falta veracidad, transparencia en sus obras.
En esta vigilia de reparación derramaré sobre ti raudal de amor y de Misericordia; los santos ángeles se unen a tu oración, los santos ángeles entonan los más bellos himnos de adoración y de alabanza, porque estoy vivo en el Sagrario.
En esta vigilia de reparación deseo verter, en lo profundo de tu corazón, algunas gotas de mi Sangre preciosa para embriagarte de amor, para despertar en ti ávidos deseos de alcanzar la santidad, de trabajar arduamente en la adquisición de la virtud.
En esta vigilia de reparación pide por aquellas almas que aún no me conocen; por aquellas almas que han sufrido la persecución, las calumnias; por aquellas almas que lo han perdido todo por ser mis discípulos.
[APÓSTOL DEL SAGRADO CORAZÓN:
Agobiado Jesús mío, heme aquí postrado a los pies de tu Santa Cruz pidiéndote perdón y misericordia; gracias te doy por haber pronunciado mi nombre, en esta noche, y haber suscitado en mi corazón el deseo de acompañarte en la soledad de tu nuevo Getsemaní.
Esta vigilia de reparación es un gesto de Misericordia para conmigo y para con todas aquellas almas que han sabido responderte con generosidad a una llamada de amor.
Agobiado Jesús mío, te pido perdón por cuestionar algunas veces tu Misericordia, por no comprender los designios de amor que ya tienes trazados en mi vida,
Agobiado Jesús mío, reparo en esta noche por todas las veces en que no te acepté como el justo juez de mi vida; trátame como merecen mis culpas, mis pecados; dame la oportunidad de volver a Ti, dame la oportunidad de reparar en vida y caminar por la vía estrecha que me lleva al Cielo, dame la oportunidad de reivindicarme de mis malas acciones; ya no quiero ofenderte más, ya no quiero herir ni lastimar tu agonizante Corazón; dame la oportunidad de confesar mis pecados y de hacer el serio propósito de alcanzar la santidad y la virtud a toda costa; dame la oportunidad de pregonar tu palabra, tu Misericordia infinita; dame la oportunidad de experimentar dolor por haberte ofendido.
En esta noche, en esta vigilia de reparación, reparo Por todas aquellas almas que te tratan con desdén, con frialdad, con ingratitud; reparo por todas aquellas almas que te señalan injustamente, malinterpretan tu Palabra, tu Evangelio; reparo por todas aquellas almas que se han tomado la justicia por su mano y no hay equidad, desprecian a los pobres, subyugan a los menesterosos; reparo, en esta noche, por todas aquellas almas que han condenado injustamente y han quitado la honra y la fama de muchas personas.
Jesús amado, tu Corazón sobreabunda en Misericordia. Cómo es que en mí, siendo tan pecador, has puesto tu mirada de amor; cómo es que a mí, siendo el peor de tus verdugos, me has tratado con compasión, con ternura.
Por eso, heme aquí dispuesto a dejarlo todo por Ti; heme aquí dispuesto a acogerte como al Señor de mi vida, como al justo juez que premias o castigas según los actos de nuestras vidas. Heme aquí, en esta noche, firmando un pacto de amor contigo; pongo al Cielo como testigo: ser apóstol de tu Sagrado Corazón; repararé, todo el resto de mi vida, mis pecados; haré sacrificios de amor que consuelen tu agonizante Corazón.]
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.