La coronación de espinas

405 . La coronación de espinas

21 de Octubre de 2013 (9:01 a.m.) 

Hijo mío, adéntrate en el espesor de mi nuevo Getsemaní; me encuentro solitario y abandonado por los hombres. Por eso, te hablé en lo profundo de tu corazón y sentiste la necesidad de encontrarte a solas conmigo; tu sacrificio de amor, tu desvelo de amor te lo recompensaré, lo registraré en el libro de tu vida.

Toma cada vigilia de reparación como un gesto de misericordia para ti y para todos los hombres.

Una vigilia de reparación es la oportunidad que te doy de reparar tus pecados y los pecados del mundo entero.

Una vigilia de reparación es el momento en que mi luz divina envuelve todo tu ser y tomas conciencia de todas las veces que me has ofendido, de todas las veces que has herido mi agonizante Corazón.

Una vigilia de reparación es un invento de amor para ti y para toda la humanidad; quiero salvar a todos los hombres; quiero darles en posesión una de las moradas del Cielo. Pero, tristemente, muchos de mis hijos se han desviado de mi camino; muchos de mis hijos han caído en las falsas seducciones del mundo, y el pecado los ha sumergido en posos de lodo; pobres de estas almas si no se arrepienten en vida, pobres de estas almas si no suplican mi Misericordia, mi Perdón; muchos de mis hijos son hijos pródigos, han malgastado la herencia de los bienes espirituales que les he concedido, se han separado de Mí; Satanás les ha hecho sus títeres; Satanás quiere llevarse consigo, a las profundidades del infierno, el mayor número de almas.

Hijo mío, como apóstol de mi Sagrado Corazón, te pido que repares por tu pecados y los pecados de la humanidad entera.

Cierra tus ojos y contémplame coronado de espinas; mira cómo rompe mis tejidos y mis huesos; mira cómo de mi sagrada cabeza, tabernáculo de la divina sabiduría y del conocimiento, fluye Sangre preciosa; mira cómo los hombres clavan de nuevo sobre mi cabeza la corona de espinas; los malos pensamientos, los malos deseos —anidados en sus corazones--- me han llevado de nuevo a una agonía extrema.

En esta vigilia de reparación, te pido a ti, hijo amado, apóstol de mi Sagrado Corazón, que sanes, con tu oración y tu sacrificio de amor, las heridas de mi sagrada cabeza. Toma en tus manos mi corona de espinas y siente dolor, arrepentimiento por las innumerables veces en que heriste mi agonizante Corazón. Tus pecados, tus rebeldías a mis leyes divinas han ceñido, sobre mi cabeza, la corona de espinas. Pero no importa: ya todo, absolutamente todo te lo he perdonado. Aquel día que por primera vez acudiste al confesionario con tu corazón contrito y humillado, te abracé, te cubrí con los ropajes de mi amor y de mi Misericordia y te hice experimentar mi amor, mi ternura de Padre.

En esta vigilia de reparación mantente despierto, con tu mirada puesta solo en Mí; eres mi centinela nocturno, eres alma generosa que supiste responder a mi llamada angustiosa en esta noche. Por eso, ora y repara que tendré misericordia con el más pecador. Ora y repara que atraeré, con mis rayos de luz, a las ovejas extraviadas de mi redil.

[APÓSTOL DEL SAGRADO CORAZÓN:

Sufriente Jesús mío, gracias te doy porque, de nuevo, tu Misericordia cae sobre mí como lluvia copiosa; tu ternura y tu amor para con todos los hombres no tiene límites.

Sufriente Jesús mío, me has concedido la oportunidad, la gran oportunidad en mi vida de encontrarme a solas contigo, en tu nuevo Getsemaní.

Heme aquí reconociéndome pecador, heme aquí suplicándote perdón y misericordia; he comprendido que muchísimas veces te he coronado de espinas con mis malos pensamientos, con los deseos en mi corazón contrarios a tus leyes; he sido ingrato y rebelde contigo que me has dado todo tu amor, toda tu comprensión y toda tu bondad.

En esta vigilia de reparación, te pido que transformes mi vida, renueves mi corazón; aún hay actitudes en mí de hombre viejo y sé que te lastimo, ya no quiero herirte más; concédeme la gracia de una conversión de corazón, de un abandono pleno en tu Divina Voluntad. Gracias por la elección que has hecho en mí; ser apóstol de tu Sagrado Corazón es un honor que no merezco; no tuviste en cuenta mis pecados, borraste del libro de mi vida mis maldades e iniquidades.

En esta vigilia de reparación, reparo por todas aquellas almas que aún ciñen sobre tu Sagrada Cabeza la corona de espinas. ¿Qué debo hacer, amantísimo Jesús mío, para llevarme tu dolor, para menguar tus sufrimientos? ¿Qué debo hacer, amantísimo Jesús mío, para que todos los hombres entendamos que sin Ti nuestras vidas carecen de sentido? Sin Ti, nuestras vidas serían como barcas en alta mar a punto de naufragar.

Jesús amado, toma mi sacrificio de amor, en esta noche, como un acto de reparación por mis pecados; ya no quiero ofenderte más; ya no quiero herir ni traspasar, con lanzas de desamor, tu agonizante Corazón. Quiero ser esclavo de tu Amor Divino.

Heme aquí ofreciéndote mi vida como holocausto de amor; haz conmigo lo que Tú quieras.]

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.