La flagelación
404 . La flagelación
21 de Octubre de 2013 (8:24 a.m.)
Hijo amado, consuela mi agonizante Corazón; mira el estado tan lamentable en que me tienen los hombres; mira mi Cuerpo Santísimo flagelado, azotado. Los pecados de la humanidad me han llevado de nuevo a una Pasión Mística.
Eres apóstol de mi Sagrado Corazón y te pido que repares, en esta noche, porque muchos de mis hijos me azotan con crueldad.
Soy flagelado cada vez que los hombres dudan de mi real presencia en la Hostia Consagrada.
Soy flagelado cada vez que una madre convierte su vientre en un cementerio, el aborto me lleva a una profunda agonía.
Soy flagelado cada vez que los hombres se salen de mi verdadera Iglesia; Iglesia que es Una, Santa, Católica, Apostólica, Romana.
Soy flagelado cuando no se vive mi Evangelio, mi palabra.
Soy flagelado cuando muchos de mis hijos me reciben indignamente, comiendo y bebiendo su propia condenación y destrucción.
Soy flagelado cuando los hombres se agreden unos a otros; cuando se piensa solamente en el dinero, en la fama, en el poder.
Soy flagelado cuando los hombres abren las puertas de sus corazones a la tentación y se consumen en el fuego de sus pasiones, de la concupiscencia de la carne.
Soy flagelado cuando no hay equidad en la justicia, cuando no se vive en santidad, en virtud.
Soy flagelado cuando permites que en tu corazón aniden sentimientos nefastos, sentimientos con olor a mundo, a pecado.
Soy flagelado cuando me desechas de tu vida y me sacas de tu corazón.
Soy flagelado cuando caminas en dirección contraria a mi doctrina, a las enseñanzas transmitidas por la Santa Madre Iglesia.
Soy flagelado cuando no amas a mi Madre, cuando no la aceptas como Madre de Dios y Madre de todos los hombres.
Soy flagelado cuando dudas de los dogmas de mi Iglesia, cuando te atreves a rebatir mis enseñanzas escritas en las Sagradas Escrituras.
Soy flagelado cuando te separas de Mí y caminas guiado por los atractivos del mundo.
Soy flagelado cuando se subyuga al más pobre, cuando no se le tiende la mano al necesitado.
Soy flagelado cuando los esposos se divorcian y se desunen y destruyen las familias.
Soy flagelado cuando depositas tu fe en los agüeros, en las supersticiones, en las personas.
Soy flagelado cada vez que te dejas entretener en las cosas del mundo, y no sacas tiempo y espacios para encontrarte conmigo en la soledad de mi Sagrario.
Soy flagelado cuando no se trata a todos los hombres con dignidad, como a hijos de Dios.
Soy flagelado cuando se despoja de sus bienes a las viudas, a los huérfanos.
Soy flagelado cuando los jóvenes se refugian en las drogas, en el alcohol, en el satanismo, en los juegos de azar.
Soy flagelado cuando las personas han hecho de la televisión y de internet su dios.
En esta vigilia de reparación, te pido que tomes la férrea y seria decisión de consagrar tu vida a mi servicio: entrégame tus ataduras, tus esclavitudes y te haré libre; entrégame aquellas actitudes de hombre viejo y te llevaré a un nacimiento espiritual; entrégame tus pecados, quiero llevarte a escalar cimas en la santidad.
En esta vigilia de reparación, sana las heridas de mi Cuerpo Santísimo con tu oración. No te duermas, acompáñame en la soledad de mi nuevo Getsemaní; no te duermas, adora mis sagradas llagas, son océanos de Misericordia para ti, para tu familia; adora mi Sangre preciosa profanada por los pecados de los hombres. Limpiaré tu corazón, lo tornaré radiante, lo perfumaré de nardo, de fragancia de los santos ángeles.
Eres apóstol de mi Sagrado Corazón, te has dejado seducir por mi voz; te has dejado atraer, como el imán se adhiere al metal, por mis palabras.
Eres apóstol de mi Sagrado Corazón y te pido fidelidad a las vigilias de reparación para yo extender el manto de mi Misericordia Divina sobre toda la humanidad. Mengua mi justa cólera con tu sacrificio y desvelo de amor, que te pagaré el ciento por uno.
En esta vigilia de reparación, pide perdón por todas aquellas almas que, aún, flagelan mi sagrado Cuerpo; mi luz celestial descenderá sobre ellas y ablandaré la dureza de sus corazones.
[APÓSTOL DEL SAGRADO CORAZÓN:
Agobiado Jesús mío, heme aquí en esta noche queriendo sanar las herida de tu Cuerpo Santísimo; déjame aplicar en tus heridas óleo bendito, déjame besar tu sagradas llagas y eclipsarme de amor.
Sufriente Jesús mío, gracias te doy por llamarme, en esta noche, a consolar tu agonizante Corazón; ya no quiero lastimarte más con mis pecados; ya no quiero unirme al grupo de las almas desdichadas que te ofenden, te lastiman.
Sufriente Jesús mío, derrama sobre mí torrenciales de tu Misericordia; he comprendido que muchísimas veces te he flagelado, te he azotado con mis maldades, con mis iniquidades. Concédeme la gracia de un arrepentimiento verdadero, de una contrición de corazón que me lleve a derramar lágrimas de amor por Ti.
En esta noche te pido perdón, porque te he lastimado, no he sido el mejor de tus hijos; me he asemejado a aquellos soldados romanos que, con su látigo, despellejaban tu piel causando heridas sobre tus mismas heridas.
¡Qué ingrato he sido! Tú que todo me lo has dado; Tú que siempre has permanecido a mi lado, aun en aquellos días en que caminaba en tinieblas y en oscuridad. Mil y mil veces te suplico mi perdón, ya no merezco llamarme hijo tuyo.
Oh mi buen Jesús, me das la oportunidad, en esta noche, de evaluar mi vida, de hacer un examen de conciencia y descubrir mis pecados. Aún te sigo flagelando; dame la fuerza para permanecer en estado de gracia, dame la fuerza para salirme definitivamente de las cosas del mundo; haz que pierda todo el atractivo a los placeres efímeros, a los bienes terrenales, haz de mí criatura nueva.
Reparo por todas aquellas almas que flagelan con crueldad tu Cuerpo Santísimo con sus pecados, con su indiferencia hacia tus misterios de amor.
En esta noche, reparo por todas aquellas pobres almas que se han hecho tus verdugos, atráelas hacia Ti; así como un día tuviste Misericordia conmigo, ten Misericordia de ellas.
Esta vigilia de reparación es un momento solemne, porque Tú me haces sentir todo tu amor y Misericordia en lo profundo de mi corazón; me das la oportunidad de encontrarme a solas contigo y de reparar mis iniquidades.
De nuevo, te pido perdón; porque te he lastimado, he traspasado con lanzas de desamor tu agonizante Corazón.
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.