Silencio de Jesús durante toda la Pasión

406 . Silencio de Jesús durante toda la Pasión

21 de Octubre de 2013 (10:09 a.m.) 

Hijo mío, de nuevo hablándote al corazón; es que quiero hacerte partícipe de una mínima parte de los sufrimientos de mi Sagrada Pasión. Por eso, te pido que dispongas tu corazón, dispongas tu espíritu para que recibas mis gracias durante toda esta vigilia de reparación.

Cómo me complace tu sacrificio y desvelo de amor, cómo agradas a mi agonizante Corazón; por fin he encontrado un centinela de amor en esta noche; por fin he encontrado un alma que se ha hecho apóstol de mi sagrada pasión, apóstol de mi Sagrado Corazón.

En este momento, centra tu mirada en Mí; deléitate, recréate en mi Presencia Eucarística; los rayos de luz que brotan de mi Divino Corazón, traspasarán todo tu ser y elevarán tus sentidos a una contemplación profunda de mi misterio de amor.

En esta vigilia de reparación, te pido que medites en el silencio que guardé durante mi Sagrada Pasión; silencio que me llevó a ofrecer mis sufrimientos por la salvación del género humano; silencio que me llevó a suplicar misericordia a mi Padre Eterno por estas pobres almas que me agredían cruelmente, por estas pobres almas que eran impulsadas por Satanás en su histeria colectiva; por estas pobres almas que trataron al Hijo de Dios sin misericordia, con ingratitud, con desdén.

Así como guardé silencio en mi excesivo sufrimiento, te pido a ti que, como apóstol de mi Sagrado Corazón, aprendas a descubrir el gran misterio de amor que trae consigo el sufrimiento.

El sufrimiento, ofrecido por amor, trae bendiciones sin número para el alma.

El sufrimiento, ofrecido por amor, lleva al alma a un cambio, a una transformación espiritual en su vida.

Guardé silencio en mis tormentos, no proterí palabra alguna en contra de los soldados romanos; no proferí palabra alguna en contra de aquellas pobres almas que lanzaban piedras a mi paso; o a los insultos, las burlas, los salivazos, las bofetadas que producían enorme sufrimiento a mi agonizante Corazón, al contrario, pedía a mi Padre perdón y misericordia por estas almas que no sabían lo que hacían ni lo que decían.

Hijo mío, como apóstol de mi Sagrado Corazón, te pido que guardes silencio en tu sufrimiento; ofréceme tus enfermedades, tus problemas, las aflicciones de tu día a día; algo grande haré por ti, no te irás con las manos vacías; siempre que acudas a Mí recibirás una gracia, una dádiva del Cielo que te enriquecerá espiritualmente.

La oración de corazón la escucho; la oración de corazón me lleva a derramar, sobre las almas, torrenciales de Misericordia. Si los hombres profundizaran en las bondades que trae para el alma el sufrimiento, no renegarían de la cruz, no renegarían de la prueba, no cuestionarían los designios que tengo trazados sobre las vidas de todos mis hijos. Por eso, sufre por amor, padece por amor, aseméjate a Mí; guarda silencio en la prueba, ora y repara; porque después de la tormenta vendrá la calma.

[APÓSTOL DEL SAGRADO CORAZÓN:

Amado Jesús mío, tus palabras inundan mi corazón de tu paz; tus palabras me llevan a suspirar de amor por ti, ansío partir de esta tierra para unirme contigo en la eternidad. Pero sé que mi misión aún no ha terminado; despójame del hombre viejo, quita los harapos de mendicidad que aún llevo puestos y cíñeme de nuevos ropajes.

En esta noche, te pido perdón por las veces que be renegado del sufrimiento, por las veces que he llegado a cuestionarte, por las veces en que no he vivido en santo abandono. Gracias te doy, porque esta vigilia de reparación es una muestra de tu amor, de tu Misericordia para con todos los hombres; es la oportunidad de examinar mi vida y de descubrir todos mis errores, mis pecados; es la oportunidad que Tú me concedes de arrepentirme de todo corazón y llorar mis culpas. Por eso, heme aquí, como María, ungiendo tus sagrados pies con mis lágrimas, con mi dolor.

Te he ofendido, te he lastimando, no he sacado el máximo provecho de la prueba, del sufrimiento. Perdóname, Jesús mío, por mi debilidad, por no ser fuerte y caminar siempre tras de Ti. Perdóname, Jesús mío, porque ante tanto amor que me has prodigado, la mayor parte de mi vida ha sido ingratitud, te he respondido con desamor. Pero, en esta noche, te prometo consolar tu agonizante Corazón con una conversión perfecta y transformante; te prometo que, con tu ayuda, te ofreceré -en expiación de mis pecados— todos mis sufrimientos, todas las cruces que Tú te dignes enviarme; porque sé que Tú todo lo permites para el bien de mi alma.

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.