Te entrego las llaves de oro de mi Sagrado Corazón

396. Te entrego las llaves de oro de mi Sagrado Corazón

10 de Octubre de 2013 (11:52 a.m.) Desierto de amor en el Sagrado Corazón, Perú

Hijo amado de mi Sagrado Corazón, déjate conducir por Mí: quiero rescatarte, quiero inflamar tu corazón con el fuego de mi Amor Divino. Mantén tus ojos abiertos; mantén suficiente reserva de aceite como las vírgenes prudentes.

Sabes que el diablo ronda, como león rugiente, queriéndote devorar, queriéndote destrozar; por eso, vigila y guarda tus sentidos; mantén tu corazón tan diáfano como el agua brota de un manantial; no dejes que ninguna mancha de pecado ensombrezca mi luz divina, los rayos potentes de mi Amor.

En este desierto de amor, en mi Sagrado Corazón, quiero despertar en ti santa indiferencia por las cosas del mundo.

Alguna vez en tu vida probaste la hiel amarga del pecado; alguna vez en tu vida caminaste por caminos amplios y espaciosos; alguna vez en tu vida caíste en sus falsas seducciones.

Me conociste, pero te apartaste de Mí; caminaste en pos de falsos ídolos, falsos dioses que supuestamente te darían felicidad, alegría en tu alma, regocijo a tu corazón.

Te comportaste como el hijo pródigo, me pediste la parte de la herencia que te correspondía y la malgastaste, lanzaste al abismo todos los dones y gracias que te había concedido.

Entraste en conmoción interior, de nuevo mi luz penetró en tu interior y reconociste tus pecados, tus miserias y no dudaste un solo instante en buscarme, en dirigir tus pasos hacia Mí. Me pediste perdón, clamaste en tu aflicción y yo te escuché.

De nuevo recobraste la paz, de nuevo te sentiste amado, amada; y hoy quiero mostrarte los peligros, las sucias artimañas del demonio para con las almas elegidas, y tú eres alma elegida para este proyecto de amor; tú eres alma elegida para que seas apóstol de mi Sagrado Corazón, y el demonio no se quedará quieto, porque conoce la gran obra que haré en ti; sabe que me ayudarás a rescatar muchísimas almas; pero no tengas miedo, abre tus manos, te entregaré mi armadura divina: la espada de doble filo con la cual lo herirás, lo destruirás, lo lanzarás a las profundidades del infierno; entregaré en tus manos el Santo Rosario, arma poderosísima con la que debilitarás sus fuerzas.

Entregaré en tus manos las llaves de oro de mi Sagrado Corazón para que cuando te sientas tentado acudas a Mí; para cuando sientas que el cansancio aminora tus fuerzas, para cuando sientas que has perdido el sentido a la vida, y la melancolía, la tristeza te sacudan fuertemente.

Entrego en tus manos las llaves de mi Sagrado Corazón para que vengas a beber del agua viva cuando tengas sed, para que halles las respuestas a tus dudas, a tus inquietudes.

Te entrego las llaves de oro de mi Sagrado Corazón para cuando te sientas solo; para cuando no te sientas amado, valorado, respetado.

Entrego en tus manos las llaves de oro de mi Sagrado Corazón para que descubras toda la fuente de gracia y de Misericordia.

No te dejes engañar por las corrientes del mundo; los hombres que aún no saben de Mí, los hombres que han caído en las seducciones del demonio y viven en pecado, corren vertiginosamente a las profundidades del infierno, hieren mi agonizante Corazón; me han cambiado, me han relegado, me han excluido de sus vidas y me han cerrado las puertas de sus corazones.

Los hombres que han caído en las falsas seducciones del mundo no se ocupan de mis cosas porque tienen intereses distintos a los míos. Mi Evangelio, mi palabra, según ellos, es retrógrada, obsoleta; según ellos, no compagina con un mundo moderno, cambiante.

Los hombres que están inmersos en las cosas del mundo, caminan en dirección opuesta hacia Mí; el mundo ha llevado a la perdición a infinidad de almas; por eso, ten cuidado para que no seas engañado ni seducido.

Pídeme que sea luz en tu vida y embelleceré el firmamento con multitud de estrellas, haré que los rayos de la luna desciendan sobre ti y dirijan rus pasos para que no caigas, para que no sucumbas.

Pídeme que te muestre el estado real y verdadero de tu alma y de inmediato pasaré, frente a tus ojos, la historia de tu vida; por momentos sentirás vergüenza, dolor, remordimiento; por momentos desearás llorar y comprenderás tus equivocaciones; pero harás algo por la salvación de tu alma; te armarás de coraje, de valor y caminarás en pos de mi Santa Cruz, y me pedirás perdón, misericordia.

Por momentos tu corazón se desbordará de amor.

El mundo ha pervertido a muchísimos de mis hijos: la búsqueda insaciable de placer, el afán desmesurado por los bienes terrenos, la búsqueda de vanagloria; el deseo de figurar, de mostrarse; el espíritu de competencia.

El mundo ha cegado y ensordecido a muchas almas; se han olvidado que en el ocaso de sus vidas las juzgaré en el amor y les pediré cuentas minuciosas de los talentos y dones que les he otorgado; las interrogaré: si en verdad vivieron mis Mandamientos, amaron y perdonaron a sus enemigos; si practicaron las obras de misericordia: corporales y espirituales. Y lamentablemente muchos de los que han estado en el mundo, el día en que los he llamado al tribunal de mi Misericordia Divina, nada traen entre sus manos, nada bueno tienen para ofrecerme.

Y hoy he tenido un gesto de Misericordia para contigo; te repito de nuevo: más fácilmente se puede agotar el agua de un océano que acabarse la Misericordia que contiene mi Divino Corazón.

Porque te amo y porque quiero lo mejor para tu vida, te he traído a este encuentro de amor conmigo para que recapacites y tomes conciencia que como apóstol de mi Sagrado Corazón debes estar en el mundo, pero sin ser del mundo; predica silenciosamente con tu testimonio de vida; haz que muchos hombres me amen, me adoren en el Santísimo Sacramento del altar.

Lleva a tus hermanos al confesionario, al tribunal de mi Misericordia; muéstrales las equivocaciones a todos aquellos que tienes a tu alrededor; pero hazlo con amor, con dulzura.

El amor es medicina para el corazón herido; el amor es néctar del Cielo que te embriaga de paz, eclipsa tus sentidos y te sumerge en contemplación profunda.

Hijo mío, amado mío, nada es casualidad; todo te lo he proporcionado; por eso, pregúntame cuál es tu misión aquí en la tierra; cuál es el propósito de este desierto de amor. No saldrás con tus manos vacías, algo grande y nuevo estoy obrando en tu vida.

Pregúntame cuál es el camino que debes andar y te enviaré los santos ángeles para que te orienten, para que allanen el camino y te puedas encontrar conmigo.

Las cosas del mundo te llevan al sufrimiento, a la desesperación, al desasosiego.

Las cosas del mundo te envilecen, te paralizan, te anclan, te amarran, te impiden vivir en libertad.

Las cosas del mundo arrebatan de tus manos mis mimos, mis caricias, mis manifestaciones de amor y de Misericordia.

Las cosas del mundo te hacen esclavo de Satanás.

¿Qué queda después del pecado? Vacíos, amarguras, dolor.

¿Qué queda después del pecado? Angustia y mayor soledad.

¿Qué queda después del pecado? Una huella de dolor en tu alma.

¡Muévete! ¡Despierta! ¡No te quedes impávido!

Ayúdame en la salvación de las almas; repara por tus propios pecados y los pecados del mundo entero. Muéstrales este tesoro de gracia a todos los hombres; no te lo guardes, no seas egoísta, sé generoso y háblales a tus hermanos de mi Misericordia, la Misericordia que tengo para con las almas impías, para con los pecadores.

Esta es una táctica de amor para ti y para todas las almas que se hagan pequeñas, para todas la almas que busquen la salvación.

Grandes gracias tengo reservadas para todos los apóstoles de mi Sagrado Corazón, y recuerda que bendiciéndote a ti bendigo a los tuyos.

Grandes reservas de amor tengo para mostrarles a todos los apóstoles de mi Sagrado Corazón; quiero despertar en ti santa inquietud, búsqueda insaciable para que escudriñes en mis Misterios Divinos.

Recuerda que nuestro lugar de encuentro está en el Sagrario; allí te mostraré el libro de oro de mi Sagrado Corazón y podrás ver escrito tu nombre en letras brillantes y en alto relieve.

Allí descansarás en Mí, dormirás plácidamente y te sentirás amado.

Como apóstol de mi Sagrado Corazón, te pido que repares las ofensas, ultrajes y traiciones que recibo de muchísimos de mis hijos.

La reparación mas agradable a mis ojos es la conversión de corazón, la conversión perfecta y transformante.

Agradéceme por la oportunidad que te he concedido en este desierto de amor, en mi Sagrado Corazón, porque te has encontrado conmigo; has vivido una experiencia diferente en tu vida. Por fin escuchaste mi voz, por fin pudiste verme con los ojos del alma, por fin sentiste impulsos de dejar el mundo y caminar rápidamente por el camino angosto y pedregoso que te lleva al Cielo; por fin encontraste la respuesta que tanto buscabas, por fin has tomado la decisión de dejarlo todo, absolutamente todo por Mí.

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.