En el Sagrario podrás descansar en Mí

280. En el Sagrario podrás descansar en Mí

31 de Mayo de 2013 (10:05 a.m.) Visitación de la Virgen María 

{Señor, háblame en lo profundo de mi corazón, necesito escucharte, necesito sentirte. Tengo frío, algunos miedos se han clavado en lo profundo de mi alma; miedos que me hacen tambalear, miedos que por momentos me paralizan impidiéndome caminar, impidiéndome actuar movido según tu Divina Voluntad. Heme aquí, ansioso en recibir tu abrazo; heme aquí pidiéndote que inundes mi corazón de tu paz, de tu amor.}

Ya estoy contigo. Antes de que tú me hablaras ya estaba a tu lado; antes que abrieras tus ojos, en la madrugada, mis dedos, mis manos se deslizaban por tus cabellos; y hoy, quiero llenar tu corazón de mi amor; por eso, ten en cuenta que tus palabras no han caído al vacío, te he escuchado.

Pero déjame entrar en tu corazón para llevarme tu inquietud y rebosarte de mi paz; entrégame tus miedos, entrégame tus vacilaciones; mira que mi Divino Corazón es oasis de paz, raudal de gracia, manantial de bendición.

Quiero abrazarte, quiero impregnar tu corazón con fragancia de ángeles, sé santo; el anhelo que tienes de alcanzar la virtud no lo tires por la borda, no lo lances al vacío. Cuando sientas que ya no puedes más, llámame que de inmediato te responderé.

{¡Ah, Jesús! No puedo contener mis lágrimas; es que tus palabras son bálsamo de paz para mi corazón, es que tus palabras despiertan mi alma para amarte más, adorarte como a mi Dios y rendirte por entero mi vida; ¡ Ah, Señor! Tantas cosas quisiera decirte, en este instante, pero no sé cómo expresártelas.}

No necesitas embellecer tu lenguaje; no necesitas organizar unas ideas para transmitírmelas.

Todo, absolutamente todo, lo sé de ti; conozco cómo está tu corazón y tu alma; basta que me digas: Jesús confío en ti, Jesús no me abandones, ayúdame, sálvame del enemigo que me quiere arrastrar a la perdición; Jesús, sé tú luz en mi camino y muéstrame por dónde debo andar.

Acaso creerás que tus palabras no moverán mi Divino Corazón a compasión, a ternura, cuando morí por ti en una cruz, cuando permití que me vistieran de loco y entregaran como cetro una caña, cuando me ofrecí como víctima divina por ti y por todos los hombres. Solo ven, búscame en el Sagrario; allí me verás con los ojos de tu alma, allí podrás descansar en Mí; solo déjame que te guíe, que te muestre la ruta que debes andar, para que no tropieces y caigas; déjame secar tus lágrimas con la orla de mi sagrado manto. 

{Soy todo tuyo, Señor; haz de mí lo que Tú quieras; pero necesito tu abrazo, necesito sentirte muy cerca de mí. Gracias te doy por todo el amor que has tenido para conmigo; tanta misericordia derramada sobre mi vida, y yo a Ti te he correspondido tan poco. Perdóname porque tantas veces me ilusioné en las cosas del mundo; cosas transitorias, cosas que al final no llenaban mi alma, no cumplían las expectativas. Perdóname, Señor, porque muchas veces caminé por otros caminos distintos a los tuyos; tantas veces te herí y te ofendí cuando Tú buscabas la manera de salvarme.}

Muchas veces envié ángeles para que te mostraran mi camino, muchas veces te hablaba y no me escuchabas; muchas veces hacía que los rayos del sol descendieran sobre ti y te mostraran la ruta, el pórtico que te lleva al Cielo; pero tus ojos, hijo amado, estaban cubiertos por una cortina de oscuridad; por eso no podías verme; tantas veces quise que no tomaras aquellas decisiones que te llevaron al fracaso, aquellas decisiones que hirieron tu corazón y te hicieron llorar. Pero tu obstinación, tu testarudez te desviaron de mi camino.

[¿Qué he de hacer, Señor, amantísimo Jesús mío, para remediar lo malo que he hecho en mi vida? ¿Qué he de hacer, Señor, para borrar de mi mente los recuerdos, las experiencias que me han marcado y han dejado una huella de dolor y un sinsabor en mi alma? ¿Qué he de hacer, Jesús mío?]

Perdonarte a ti mismo y vivir de mi Misericordia; blanquear y purificar tu corazón en los ríos de la gracia y reparar por tus culpas; hacer el propósito, el serio propósito de no ofenderme más; de comportarte como si fueras un ángel en la tierra, de vivir mi evangelio y de atender a mis consejos.

Es que quiero lo mejor para ti. Te amo y, porque te amo, te he dado la oportunidad para que me conozcas. Salí a tu paso y me dejé encontrar por ti; eso sí, no mires para atrás ni pretendas volver a tu pasado cuando ya todo te lo he perdonado, cuando he arrancado páginas del libro de tu vida.

Es que no quiero que te sonrojes y sientas vergüenza el día que termines tu misión en la tierra y te llame.

[Cómo eres de bueno, Señor; mil y mil veces te pido perdón; qué equivocado estaba; el mundo me separó de Ti, el pecado me hizo títere de Satanás; te ofendía, te lastimaba y, lo peor de todo, es que ni me daba cuenta.

Te agradezco esta oportunidad que me das de conocerte y de amarte; te agradezco, porque estas palabras son bálsamo de consuelo para mi corazón. Perdóname, mi amado Jesús, porque muchas veces me comporto como un niño; pero es que tengo necesidad de Ti, me siento seguro cuando Tú caminas a mi lado, me siento en paz cuando Tú me hablas al corazón y de nuevo me manifiestas tu amor y tu ternura, siendo el más pecador.]

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.