Ora por la salvación de las almas
278. Ora por la salvación de las almas
21 de Mayo de 2013 (11:15 a.m.)
Hijo querido, te estaba esperando, los latidos de mi Sagrado Corazón se aceleraron con tu presencia; he derramado algunas lágrimas, no de tristeza sino de alegría; escuchaste mi voz, suspendiste lo que hacías para venir a encontrarte a solas conmigo.
{Oh Jesús, cómo no acudir a tu llamada, a nuestro encuentro de amor; cómo no venir a Ti si eres mi Padre, el Hijo de Dios que ha muerto en una cruz para darme vida, cómo no rendir mi vida al Rey Soberano de todo cuanto existe.}
Hoy, hijo amado, quiero hacerte un ruego de amor, y es que ores por la salvación de las almas; Satanás está haciendo de las suyas, muchos de mis hijos han caído en sus engaños; el pecado las ha de-formado, las ha separado de Mí; el pecado hace que de su corazón brote olor nauseabundo, putrefacto.
{Veo a Jesús atado a una columna, su Cuerpo santísimo está herido. Veo sus rodillas peladas, su corona de espinas está ensangrentada; de su sagrada cabeza fluyen gotas de sangre. Me mira con ojos de tristeza, algunas lágrimas brotan de sus purísimos ojos y con voz angustiada me dice:}
Hijo mío, en este estado me tienen los hombres; cada pecado es un flagelar, una herida más a mi cuerpo adorable; los malos pensamientos agudizan, aún más, los dolores de mi sagrada cabeza; los malos pensamientos son espinas que se clavan con ferocidad en mis sienes. Piensa por un instante, cuán enorme será el sufrimiento para mi agonizante Corazón. Tú repara, porque Jesús, Cordero Inmolado, es llevado al matadero para ser sacrificado, degollado.
Cada acto de reparación que hagas a favor de las almas, es un dolor menos para mi Corazón injuriado y ultrajado; por eso, no te apartes de mi cruz, como lo hizo un día mi Madre y San Juan, mi discípulo amado.
{Agobiado Jesús mío, déjame sanar tus heridas; permíteme besarlas y adorarlas una a una. Cómo apartarme de Ti, cómo no ofrecerte mis sufrimientos y cargar con amor la cruz de cada día; los actos de reparación que haga en vida, serán pocos para pagarte el gesto de bondad y de misericordia que has tenido para conmigo.}
Tu presencia, hijo amado, me lleva a suspirar de amor por ti y por todos los hombres; no te guardes estos secretos de amor, llegará el momento en que mis hijos lean y mediten estos coloquios de amor, estas lecciones de amor que no solo te las doy a ti sino a todos los hombres. ¿Qué quieres que haga por ti en este instante? No tengas reparo en pedirme; todo te lo concederé, si va en beneficio de la salvación de tu alma.
{Señor, te entrego mis miedos, mis dudas. Señor, te entrego mis pecados. ¡Son tantos! Tú los conoces todos y me avergüenzo de ellos, porque te he ofendido. Señor, dame a conocer mis equivocaciones, todo aquello que no te guste y sea causa para herir tu Sagrado Corazón.
Jesús, robaste mi corazón, quédate con él; pero haz algo por mi familia; algunos de ellos no se han acercado a Ti, caminan en dirección opuesta a tu Evangelio; ten Misericordia, así como la has tenido conmigo.}
Hijo amado, ora por ellos, no te canses de pedirle a mi Madre su intercesión y a San José su patrocinio; de todo lo demás yo me encargaré, en un instante puedo hacer de un pecador un santo.
{Amado Jesús, llévame a un alto grado de virtud; deseo ser santo para alcanzar el Cielo. Hoy te entrego mi cansancio, mis fatigas, todo lo he tomado de Ti.}
Por eso, el manto de mi Misericordia Divina arropa todo tu ser; pero te pido que conozcas más de Mí para que te enamores de mi obra, necesitas conocer mi evangelio. ¿Cómo pretendes hablar de Mí, sí me conoces tan poco?
{Perdóname, Señor, quita de mí toda pereza; suscita en mi corazón deseos de escudriñar tu palabra. Quiero ser hijo de la luz, mas no hijo de las tinieblas.}
¡Bien lo has dicho! Pongo frente a ti dos caminos: el camino del bien, que te lleva a la salvación y vida eterna; y el camino del mal, que te lleva a la condenación, a la desdicha. Eres libre de optar por el cielo o por el infierno.
Hijo: no te desvíes ni a derecha ni a izquierda, que tu meta sea la de alcanzar la felicidad duradera, el gozo que solo se hallará en el cielo.
{Señor, solo contigo lo alcanzaré todo; por eso, te pido que no te apartes jamás de mí; soy muy débil, necesito que me tomes en tus manos para no caer al precipicio.}
Hoy te bendigo a ti y a tu familia, la recompensa no la recibirás aquí en la tierra, te premiaré el día que estés cara a cara conmigo en la eternidad.
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.