Sin Mí nada puedes hacer

276. Sin Mí nada puedes hacer

20 de Mayo de 2013 (9:23 p.m.) 

Eres bienvenido a mi escuela, escuela en la que conocerás algunas lecciones de amor que te llevarán a amar y adorar con vehemencia mi Sagrado Corazón; Sagrado Corazón que es como un libro abierto, en el que adquirirás la sabiduría necesaria para que te ganes el Cielo; sabiduría que es vital en tu vida, porque estás llamado a ser santo, estás llamado a dejar el mundo y a caminar por la vía estrecha que te lleva a la salvación y a la vida eterna. Te pido apertura de mente y de corazón, porque el Espíritu Santo descenderá con todo ímpetu, y sentirás tu corazón arder de amor y comprenderás, guiado por una luz divina, algunos misterios que solo son revelados a los sencillos y pequeños. Te pido que seas como niño, no des cabida al raciocinio humano y mucho menos a la duda, que será obstáculo para la gran obra de amor que quiero hacer en ti. Te pido silencio interior para que me des la oportunidad de hablarte al corazón y sientas el gozo, la dicha plena. Te pido que seas dócil, como arcilla blanda entre mis brazos; siéntete privilegiado, porque eres uno de los primeros en conocer algunas lecciones de amor, descendidas del Cielo, que habrán de ser tesoro de cuantiosa suma para quien las encuentre; habrán de ser un medio que te brindo para que me conozcas, profundices en Mí y aprendas a vivir lo que es la verdadera vida; lecciones de amor descendidas del Cielo, para almas pequeñas, para hijos ávidos de mi Amor y Misericordia, para pecadores que se hallan inmersos en lodazales, en aguas putrefactas; para los buenos que aspiran cada día a ser más santos, más virtuosos; para los incrédulos y duros de corazón. Mis palabras, cargadas de alta dosis de amor y de ternura, serán como brisa suave que empaparán y humedecerán corazones áridos, desérticos. Estas lecciones de amor avivarán tu fe; te harán más piadoso, más espiritual; en ellas conocerás algunas tácticas del demonio para engañar y seducir a mis hijos; pero también te daré las armas para combatirlo y destruirlo.

{Señor, tus palabras me llevan a descubrir tu amor y tu misericordia; tus palabras son bálsamo que sana, medicina que sana mis enfermedades espirituales; tus palabras me impulsan a amarte, aún más, y a dar mi vida si fuera posible para Ti; tu sabiduría no tiene límites, el amor que tienes por los hombres es incomparable al amor humano.}

Bien lo has dicho; mi amor por ti y por todos los hombres me llevaron a abrazar la cruz, a dar mi vida, a ofrecerme como víctima divina por todo el género humano. Como puedes ver, soy recursivo, me valgo de almas sencillas para atraerles hacia Mí y darles a degustar, por adelantado, una partecita de gozo eterno; gozo que es incomparable al que experimentan los hombres en la tierra. Lamentablemente, muchos de mis hijos buscan la felicidad en todo aquello que perece; por eso colapsan y caen y aumentan los vacíos de su corazón.

{Jesús, quiero rendirte por completo mi vida; te doy todo el poder y la autoridad para que hagas conmigo lo que Tú quieras; sé Tú el timón y la brújula de mi vida.

No permitas que naufrague y caiga al vacío; enséñame a descubrir el camino que me lleva al Cielo; ya no quiero pertenecer al mundo, quiero pertenecerte a Ti únicamente.}

Basta con que comiences a sentir fastidio por el pecado y hastío por las cosas del mundo; basta con que hagas el propósito de convertirte de corazón y caminar en pos de Mí; basta con que tengas como norma de tu vida el Evangelio, mi palabra.

{Pero es que soy débil, Señor; muchas veces mis promesas han quedado en palabras; me avergüenzo, hoy, que me das la oportunidad de hablar contigo y de sentirte como mi Padre. Muchas veces me has escuchado decirte que te amo, pero fácilmente te hiero, te lastimo. Hoy, arranca de mi corazón todo aquello que no te pertenece y no te de gloria. Hoy, hazme libre para amarte a ti.}

Acércate a Mí, quiero besar tu corazón, purificarlo, impregnarlo de mi suave perfume. Hoy quiero arrancar de tu corazón residuos de pecado, porque quiero hacer de ti un ángel en la tierra; a pesar de tus debilidades y de tus miserias me glorificas, a pesar de lo que eres das descanso a mi sufrimiento; pero no te lastimes más, olvida tu pasado, vuelve a vivir. ¿Acaso no estás convencido de mi perdón?

{Perdóname mi amado Jesús, no quería ofenderte; sé que haces presencia en el sacerdote y me abrazas cuando recibo la absolución de mis pecados, me das descanso.

Inunda mi corazón de tu paz, pero hazme fuerte, hazme un guerrero que no tema enfrentarse al enemigo cara a cara; porque contigo saldré airoso, victorioso.}

Bien lo dices, sin Mí nada, absolutamente nada puedes hacer; por eso doblégate a Mí, considérate necesitado de mi auxilio divino para mantenerte en pie. Cómo permitir que el demonio se abalance sobre ti, como depredador en busca de su presa, si por ti lo he hecho todo, lo he dado todo.

{Y yo, Señor, te he dado tan poco; solo te he causado sufrimientos y heridas a tu Sagrado Corazón. Dame la luz que necesito para no caminar más en las tinieblas, en la oscuridad.}

Convéncete, hijo amado, que ya he quitado de tus ojos algunas escamas que impedían verme con claridad, con nitidez; ya he tomado tu corazón, tu pobre corazón, entre mis manos y te lo he restaurado, te lo he transformado; te he dado un nuevo corazón para que me ames, para que sientas necesidad de Mí, para que no te sientas solo, para que pierdas el encanto por el mundo.

{Gracias, Jesús; hoy necesitaba escucharte, sentirte; hoy me has dado a beber néctar del cielo.}

Hijo mío, ven y descansa, se te hace tarde; mientras duerma vigilaré tu sueño, no sentirás frío porque te abrigaré con el manto que cubre mi cabeza, y si se te hace difícil conciliar el sueño te arrullaré, te cantaré suavemente al oído.

Recibe mi bendición.

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.