Vive la humildad y la mansedumbre
331. Vive la humildad y la mansedumbre
16 de Julio de 2013 (2:25 p.m.)
Hijo mío, te he elegido para que seas apóstol de mi Sagrado Corazón; por tanto, imita la virtud de la humildad y de la mansedumbre; quiero que te hagas pequeño y pases desapercibido frente a los ojos del mundo.
Escribe cuidadosamente mis palabras, quiero atraer al mayor número de almas a mi Divino Corazón; quiero hacer de muchísimos de mis hijos, depositarios de las gracias celestiales que suelo revelar a los sencillos, a todos aquellos que tienen corazón de niño. Recuerda que este, mi diario espiritual, va dirigido a todas las almas que se han consagrado como apóstoles de mi Sagrado Corazón; y, ¿ cuáles son las tareas que debe cumplir un buen apóstol? Muy simple, hijo mío, la comunión frecuente; el alma devota de mi Sagrado Corazón añora el momento que yo descienda, en lo profundo de su alma, bajo las especies consagrados del pan y del vino; porque mi Eucarístico Corazón la envuelve en las llamas de mi Amor Divino, le doy a beber del agua viva, la alimento con el manjar de ángeles y la fortalezco para que resista los combates y embates contra Satanás.
Un apóstol de mi Sagrado Corazón hace comuniones reparadoras con el fin de desagraviar mi agonizante Corazón. Si supieras el dolor y el sufrimiento que me causan las almas que se atreven a recibirme en pecado mortal: despedazan mi cuerpo, son lanzas de desamor que hieren mi Corazón; por eso, esfuérzate en purificar tu corazón y en lavarle de toda mancha de pecado. Me recreo y me regocijo cuando desciendo a un corazón puro, con olor a santidad, a fragancia de los santos ángeles; y tú, que cumples con el oficio de los ángeles del Cielo, estás llamado a reparar por todos aquellos que hacen comuniones sacrílegas; consuela mi sufriente Corazón comportándote como si fueses un ángel en la tierra.
Un apóstol de mi Sagrado Corazón adora mi Corazón eucarístico, presente en todos los Sagrarios de la tierra; degusta por adelantado una mínima parte de las delicias del Cielo, siente la necesidad de encontrarse a solas conmigo; el silencio de mi tabernáculo le lleva a contemplar mi misterio divino, se extasía, se anonada; pero también repara por el abandono en que me tienen los hombres.
Un apóstol de mi Sagrado Corazón cumple sin falta con la divina cita de amor, sin importar el lugar donde se encuentre o la ocupación del momento; espiritualmente se adentra en el espesor de mi Sagrado Corazón y me brinda todo el amor que las criaturas no me dan; llora conmigo por la frialdad y el desdén como soy tratado por algunos de mis hijos.
Un apóstol de mi Sagrado Corazón me brinda ternura, mengua mi soledad y se hace mi esclavo de amor; se dispone a hacer de su vida holocausto eterno de amor.
Un apóstol de mi Sagrado Corazón celebra solemnemente la fiesta dedicada en mi honor, se une a la alegría de la Iglesia Triunfante; hace de los primeros viernes de cada mes, una ofrenda de amor; porque, desde el primer instante que abre sus ojos en la alborada de la mañana, piensa en Mí; santifica, con su trabajo y oración, cada hora del día y se dispone a reparar los ultrajes e injurias de muchas almas impías que hieren mi agonizante Corazón. Durante todo el mes, dedicado a honrar y reparar las injurias a mi Sagrado Corazón, hace de su vida ofrenda de santidad; porque la pureza y limpieza de su corazón se funde en un idilio de amor divino conmigo; cada latido de su corazón es un acto de reparación, porque no todos los hombres viven de acuerdo a mi Evangelio.
Un apóstol de mi Sagrado Corazón imita y practica las virtudes de mi Divino Corazón; lleva vida angélica, se aparta totalmente de las cosas del mundo; su espíritu trasciende, busca siempre la consecución de los bienes eternos.
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.