El apostolado de reparación, remedio para este tiempo

 338. El apostolado de reparación, remedio para este tiempo

18 de Julio de 2013 (2:30 p.m.)

Hijo amado, escribe para mi diario espiritual, porque debo llegar al corazón de muchísimas almas; debo manifestarle al mundo entero mi amor y mi Misericordia; por eso, te pido que te desgastes en mi obra y seas mi embajador del Cielo en la tierra.

Mi Divino Corazón, océano infinito de misericordia, desea dar albergue a toda la humanidad; por eso, que el cansancio, la fatiga o la enfermedad no sean impedimento para la misión que te he confiado: llevar al mundo entero el apostolado de reparación, remedio para este tiempo, el auxilio divino que atraerá con fuerza mi Misericordia, hasta para los más pecadores; porque para ellos también tengo reservado un espacio en mi Corazón.

El apostolado de reparación es una muestra más de mi Misericordia para todos los hombres y culturas de esta época.

El apostolado de reparación es medicina que sana las heridas purulentas de las almas impías.

El apostolado de reparación es una llamada a toda la humanidad para que vuelva sus ojos y sus corazones a Mí.

La copa de mi agonizante Corazón rebosa en su justa cólera. Hoy, te invito, de nuevo, a ofrecerte como víctima a mi Sagrado Corazón; necesito de tus sufrimientos ofrecidos para Yo descansar en ti, para Yo glorificarme en tu vida. Quiero que muchas almas se consagren como apóstoles de mi Sagrado Corazón y reparen las injurias y ultrajes que recibo de muchísimas almas.

Los apóstoles de mi Sagrado Corazón me acompañan en la soledad de mi Sagrario; las visitas eucarísticas alivian mi dolor; las visitas eucarísticas hacen que los rayos de mi luz divina, que brotan de mis sagradas llagas, traspasen tu corazón.

Los apóstoles de mi Sagrado Corazón toman muy en serio mis palabras, palabras que llevan guardadas en su corazón como perlas finas.

Los apóstoles de mi Sagrado Corazón cumplen fielmente con el ruego que le hice a Santa Margarita María de Alacoque: acompañarme cada noche de los jueves en la soledad de mi Getsemaní; sacrificio que será bálsamo que sanará mis heridas.

Los apóstoles de mi Sagrado Corazón se alimentan frecuentemente de mi Cuerpo y de mi Sangre, porque han comprendido que es el alimento que les da salvación y vida eterna.

Los apóstoles de mi Sagrado Corazón acogen con amor la gran promesa que concedo a todos aquellos que comulguen los primeros viernes de mes, nueve meses seguidos: la gracia de la penitencia final; que no morirán en mi enemistad, sin recibir los sacramentos; y que mi Corazón les será asilo seguro en su hora postrera.

Los apóstoles de mi Sagrado Corazón reparan también las ofensas propiciadas al Corazón Inmaculado de mi Madre y se acogen a su gran promesa: "Yo prometo asistir en la hora de la muerte, con todas las gracias necesarias para su salvación, a todos los que el primer sábado de cinco meses consecutivos se confiesen, comulguen, recen el rosario y me hagan compañía durante un cuarto de hora meditando los misterios del rosario con la intención de ofrecerme un acto de reparación".

Los apóstoles de mi Sagrado Corazón reparan, los primeros jueves de mes, los ultrajes y profanaciones que recibe mi Eucarístico Corazón; porque la Eucaristía es el centro de su vida, el oxígeno puro que limpia su corazón.

Los apóstoles de mi Sagrado Corazón cumplen con el oficio de los santos ángeles, me adoran presente en todos los tabernáculos del mundo entero.

Mi presencia eucarística les sumerge en contemplación, sienten la imperiosa necesidad de encontrarse a solas conmigo en el Sagrario.

Los apóstoles de mi Sagrado Corazón reparan las injurias que recibo de muchísimos de mis hijos durante la noche; por eso, las horas nocturnas de reparación se convierten en incensarios, donde los mismos ángeles me rinden honor y gloria.

Los apóstoles de mi Sagrado Corazón aman entrañablemente a mi Madre; los sábados los dedican en su honor y ofrecen algunos actos de amor para reparar las ofensas a su doloroso Corazón.

Los apóstoles de mi Sagrado Corazón reparan los pecados de los miembros de la Iglesia, hacen algunas crucifixiones de amor a favor de estas almas elegidas, que han sido llamadas para ser otros Cristos en la tierra.

Los apóstoles de mi Sagrado Corazón se hacen almas reparadoras, que tienen como fin reparar las ofensas, traiciones, ultrajes e indiferencias que recibo de muchísimos de mis hijos.

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.