Vale la pena que vivas en la austeridad
431 . Vale la pena que vivas en la austeridad
14 de Noviembre de 2013 (8:39 a.m.)
Soy Yo, de nuevo, hablándote al corazón; soy Yo, de nuevo, trayéndote un mensaje esperanzador y liberador; soy Yo, de nuevo, mostrándote el camino que debes andar; soy Yo, de nuevo, derramando sobre ti efusión de gracia, torrencial de Misericordia; soy Yo, de nuevo, extendiendo sobre ti el manto de mi Misericordia infinita.
Soy Yo, de nuevo, llamándote a una conversión de corazón; conversión que te lleve a morir al hombre viejo; conversión que te lleve a postrar a los pies de mi Santa Cruz tus pecados, tus debilidades; conversión que te lleve a salirte de las cosas del mundo y a vivir en estado de gracia.
Soy Yo, de nuevo, invitándote a reparar porque mi Corazón es herido, ultrajado por muchísimos hombres.
Soy Yo, de nuevo, pidiéndote que te consagres al Corazón Inmaculado de mi Madre; Ella es el camino seguro de encuentro conmigo; Ella es tu intercesora en el Cielo; Ella es Madre de Dios y Madre de toda la humanidad.
Soy Yo, de nuevo, pidiéndote que me acompañes en la soledad del Sagrario; Sagrario que es una pequeña porción del Cielo en la tierra; Sagrario en el que me sentirás, me descubrirás vivo y presente en la Hostia Consagrada.
Soy Yo, de nuevo, pidiéndote que alimentes tu espíritu con la oración; la oración te sostendrá, la oración oxigenará todo tu ser; mantente en vela porque el diablo te ronda, como león rugiente, queriéndote devorar.
Soy Yo entregando en tus manos mi diario espiritual; lo he escrito para ti, apóstol de mi Sagrado Corazón; ríndete por entero a mi Divina Voluntad; sé dócil, tan dócil como las hojas de los árboles se mueven al compás del viento. Deja ya todo peca-do; decídete a caminar por el camino angosto y pedregoso que te lleva al Cielo; decídete a testimoniar con tu vida, decídete a llevar la Buena Nueva a toda criatura.
Soy Yo hablándote en este día, día de gracia y de bendición. Abre tus oídos a mi voz, abre las puertas de tu corazón y déjame entrar; lo quiero tomar como mi recinto, recinto sacro.
Soy Yo concediéndote el privilegio de un desierto de amor en mi Sagrado Corazón. ¿Acaso te parece poco este invento de amor para ti? Regálame parte de tu tiempo y deja que te forme, te prepare para que seas un buen discípulo; abre las páginas de este diario espiritual y siente cómo mis palabras invaden tu espíritu de una paz sobrenatural, sobreabundante. Siente cómo mis palabras te sanan, te liberan, te restauran.
En este desierto de amor, en mi Sagrado Corazón, haz el propósito de ser santo; el propósito de practicar heroicamente la virtud; el propósito de llevar vida sacramental, de rezar diariamente el Santo Rosario; el propósito de estudiar el Catecismo de mi Iglesia Católica; el propósito de orar por mis sacerdotes, por toda la jerarquía eclesiástica; el propósito de ser fiel a las enseñanzas de mi Iglesia.
Deja ya toda duda; no te admito ninguna vacilación, te he elegido, te he llamado para que consagres totalmente tu vida a mi servicio; te daré la fuerza porque sé que eres débil; embelleceré tu corazón de las gracias que necesitas para que dejes huella en cada alma, para que hagas historia.
Hoy, te pido que medites un poco en el pecado, las consecuencias nefastas que trae para el alma.
El pecado es larva, brotada de las profundidades del infierno, que carcome tu corazón, pudre tu espíritu.
El pecado te separa de Mí, arrebata de tus manos todas las gracias y bendiciones que concedo a las almas que permanecen en estado de gracia.
El pecado te deforma, te hace títere de Satanás.
El pecado causa estragos en la vida de todos mis hijos; lleva al alma a una búsqueda insaciable de placer, a la degradación moral; lleva al alma al desenfreno, al libertinaje.
El pecado ha llevado a la condenación a muchísimos de mis hijos. Piensa en la alegría de las almas bienaventuradas que están en el Cielo; ellas supieron vivir mi Evangelio, ellas se privaron de los deleites del mundo, ellas fijaron su mirada solo en Mí, ellas supieron encarnar el Evangelio.
Vale la pena que vivas en la austeridad, vale la pena que te comportes como si fueses un ángel descendido del Cielo; vale la pena que hagas obras de caridad, la caridad te borra multitud de pecados; vale la pena que cortes, de raíz, con los vicios y esclavitudes. Sé libre, aprende a ser libre; no te dejes manipular por los medios de comunicación, no te dejes manipular por el mismo hombre; maldito quien confía en el hombre.
El pecado gangrena tu alma.
El pecado despierta en ti ansias de poseer, te lleva a buscar las vanaglorias del mundo; te lleva a infringir mis leyes, mis mandamientos cuando mi Palabra es única, cuando mi Palabra te salva.
En este desierto de amor, en mi Sagrado Corazón, pídeme perdón por tus pecados; no temas porque ya todo te lo he perdonado; pero necesito sanar tu pasado, necesito restaurarte, hacer de ti criatura nueva.
Siente dolor por haber traspasado mi agonizante Corazón con lanzas de desamor y de ingratitud.
Siente dolor porque muchas veces despreciaste el alimento que te da salvación y vida eterna, por prodigar gozo y placer a tu cuerpo.
Siente dolor porque, conociéndome, me fuiste infiel, te dejaste llevar por tus pasiones; y a ocultas, escondiéndote de las miradas humanas, caíste en el fuego y te hiciste cenizas. Mi mirada jamás se apartó de ti, ni en los momentos más críticos de tu vida; pídeme perdón por no serme fiel y haberte desviado del camino; pídeme perdón porque, aún sabiendo que herías mi Corazón me desechaste, me hiciste a un lado; pídeme perdón, porque te comportaste peor que los paganos, peor que los fariseos; pídeme perdón, porque estuviste en alto riesgo de condenarte; pídeme perdón, porque desechaste mi amor, abusaste de mi Misericordia; pídeme perdón, porque jugaste con los Sacramentos; no había en tu corazón arrepentimiento verdadero ni propósito de enmienda.
Hoy, medita en mi Misericordia, Misericordia infinita.
Hoy, comprende que mi Misericordia por ti es más vasta que los Cielos, mi Misericordia por ti no tiene límites.
Por Misericordia te llamé, te saqué del pozo fangoso en el que te encontrabas; por Misericordia pronuncié tu nombre, purifiqué tu corazón en los ríos de la gracia; por Misericordia arranqué de tus tobillos, de tu cuello, cadenas oxidadas que te amarraban y te impedían caminar tras de Mí; por Misericordia te sané de la parálisis espiritual en la que te encontrabas, por Misericordia quité de tus oídos tapones que te hacían sordo a mi voz, por Misericordia corrí de tus ojos velos de oscuridad que te impedían verme, por Misericordia iluminé tu conciencia y te hice comprender lo mal que estabas conmigo; por Misericordia salí a tu encuentro y suscité en tu corazón hastío por el mundo, horror por las penas y sufrimientos del infierno; por Misericordia estás hoy frente a mi presencia celestial, estás a solas conmigo; por Misericordia te encadené al Corazón Inmaculado de mi Madre;
Ella intercedió por ti, Ella te señaló el camino para que te encontraras conmigo; por Misericordia te estoy dando la oportunidad para que te salves, para que habites en una de las moradas de mi Reino; por Misericordia te pido que repares tus pecados y los pecados del mundo entero; por Misericordia he entregado en tus manos este, mi diario espiritual, para mostrarte el camino que te lleva al Cielo; por Misericordia te saqué del mundo, de los placeres fugaces; por Misericordia te separé de amistades peligrosas, que en tu pasado creías que tenías a tu alrededor, verdaderos amigos.
¿Acaso un verdadero amigo se hace cómplice contigo en el pecado? ¿Acaso un verdadero amigo se presta para desviarte, a ti, por el camino de la perdición? ¿Acaso un verdadero amigo malgasta contigo su vida en la diversión? ¿Acaso un verdadero amigo se zambulle contigo en el lodo, en aguas putrefactas? ¿Acaso un verdadero amigo te separa de Mí y te lleva al fuego de las pasiones?
¡No, hijo mío! El verdadero amigo te corrige, muestra tus defectos.
El verdadero amigo te aconseja.
El verdadero amigo te acerca a Mí y te guía por el camino de la virtud y de la santidad.
El verdadero amigo te corrige fraternalmente y no comparte contigo tus pecados.
El verdadero amigo te lleva a descubrir mi presencia en el Sagrario, a meditar en mi Evangelio, a vivir mi palabra.
El verdadero amigo despierta tu espíritu a la oración, a la penitencia, a la mortificación.
El verdadero amigo te lleva a amar a mi Madre, a descubrir en mi Iglesia raudales de gracia, ramilletes sobreabundantes de bendición; porque mi Iglesia contiene un tesoro invaluable.
El verdadero amigo comparte contigo tus tristezas y tus alegrías.
El verdadero amigo te socorre en tus momentos de necesidad y te escucha cuando sientes la necesidad de un diálogo.
El verdadero amigo guarda sigilosamente tus secretos, no los comparte con nadie.
El verdadero amigo te hace peregrino en la tierra en busca de la patria celestial.
Este desierto de amor, en mi Sagrado Corazón, es la oportunidad para que me pidas perdón en nombre de todos aquellos supuestos amigos que fueron cómplices de tu pecado; repara por ellos, pídeme que tenga compasión de estas pobres almas, pídeme que las llame así como te llamé a ti e hice de ti un hombre nuevo.
Es la oportunidad para que me pidas perdón por tus desvaríos; solo quiero despertar en ti ávidos deseos de alcanzar el Cielo, solo quiero rescatarte y hacerte mi súbdito de amor, solo quiero estrecharte entre mis brazos y hacerte sentir que estoy vivo.
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.