Embriago de amor tu corazón

2. Embriago de amor tu corazón

1 de Enero de 2013 (10:30 a.m.)

Agustín, pedacito de mi divino Corazón, hoy te he concedido la gracia de alimentarte de mi Sagrado Corazón; hiciste bien en purificar tu corazón en los ríos de la gracia; porque solo a través de la confesión, el alma adquiere el brillo que se fue opacando por el pecado.

Hoy quería abrazarte con la llama de amor que arde en mi divino Corazón, hoy quería consumir y hacer cenizas tus debilidades; hoy quería descansar en ti, porque tomé en mis venerables manos el deseo que tenías de recibirme; por eso, llegué a ti en la Hostia Consagrada y los latidos de mi Corazón te embriagaron de amor, pudiste escuchar mi "te amo" y las lágrimas rodaron por tus mejillas, porque no pudiste contener tanta dicha, tanta paz.

Hoy quiero embriagar de amor tu corazón; por eso, no me dejes solo en el Sagrario; adórame en unidad con los santos ángeles y alábame por la obra que estoy haciendo en tí.

Agustín: una vez mi Sagrado Corazón haya descansado en ti, conserva el recogimiento y dame gracias, porque un fenómeno místico se produce en tu alma; y es que suelo regalar pedacitos de Mi miocardio a un corazón puro, a un corazón que no huela a mundo, a un corazón que vibre por mi amor y sienta la necesidad de permanecer a mi lado.

Cuando un alma se alimenta de mi Sagrado Corazón, presente en la Sagrada Hostia, hago una transfusión espiritual en todo su ser, le hago sensible a mis toquecitos de amor.

Cuando un alma se alimenta de mi Sagrado Corazón, presente en la Sagrada Hostia, le embellezco su corazón y lo perfumo del nardo de la santidad.

Cuando un alma se alimenta de mi Sagrado Corazón, presente en la Sagrada Hostia, mi misericordia es derramada como torrencial de agua.

Cuando un alma se alimenta de mi Sagrado Corazón, presente en la Sagrada Hostia, le hiero de amor llevándola a una conversión perfecta.

Cuando un alma se alimenta de mi Sagrado Corazón, presente en la Sagrada Hostia, le prodigo los mimos y cuidados que un buen padre prodiga a sus hijos.

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores