Después de comulgar, me quedo todo el tiempo que quieras tenerme en tu corazón
6. Después de comulgar, me quedo todo el tiempo que quieras tenerme en tu corazón
2 de Enero de 2013 (6:40 a.m.)
Quería bajar a lo profundo de tu corazón para que me calentaras en el fuego de tu amor, porque no todos me aman, no todos me reconocen como el Amo y Señor de todo cuanto existe, no todos me rinden la gloria y la honra que como Dios me merezco.
Quería bajar a la profundidad de tu corazón para unir mi divino Corazón con el tuyo y fundirme en un idilio de amor, porque siempre estás dispuesto; sin Mí te sientes como un navío sin brújula, sin dirección.
Quería bajar a la profundidad de tu corazón y abrasarte con la llama que arde en mi Sagrado Corazón. Permanece siempre a mi lado, no te apartes ni te separes de Mí porque te perderías, caerías fácilmente en un peñasco sin salida.
Muchas veces me has preguntado la duración del tiempo que me quedo en el alma, después de recibir mi Cuerpo y mi Corazón, en la Hostia Consagrada, y siempre te he respondido: el tiempo que el alma quiera tenerme en su corazón.
Hijo mío: jamás cierres las puertas de tu corazón a mi amor; mantenlas siempre abiertas dispuesto a darme cobijo, hospedaje; porque muchas veces he querido entrar en el corazón de mis hijos y sus puertas se cierran; me sucede lo mismo como cuando mi Madre, María, me iba a dar a luz: no encontró posada y tuve que nacer en un humilde pesebre.
Hoy quiero nacer de nuevo en tu corazón; préstamelo como una humilde cuna de paja, porque tengo frío; caliéntame y estréchame entre tu pecho, porque el desamor que recibo de las criaturas me hace llorar, sufrir, padecer.
Conserva el silencio, el recogimiento una vez mi Corazón se halla unido al tuyo, porque es un momento sublime, grande; no alcanzas a imaginar la obra que realizo en tu alma; si algún día te lo permitiera ver, caerías de rodillas, llorarías de alegría y saltarías de júbilo.
Por ahora, continúa amándome, adorándome y glorificándome, porque soy el Rey del más alto linaje que ha descendido a tu corazón para inundarlo de paz y regocijo.
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores