Soy el amigo que nunca falla
272. Soy el amigo que nunca falla
17 de Mayo de 2013 (1:40 p.m.)
{Señor, hoy quiero entregarte mi tristeza, mi preocupación, porque algunas personas no comprenden la experiencia de amor que vivo contigo, y por eso me atacan, me persiguen. Tengo miedo, porque siento que el demonio anda cerca de mí, quiere destruirme, sacarme de su paso.
Quiero sacar de mi corazón la agitación y la turbación de espíritu; enséñame, oh divino Maestro, a hacerlo; concédeme la gracia de confiar más en Ti, de abandonarme por entero en tus brazos, seguro que nada me sucederá.}
Hijo mío, haces bien en contármelo todo; necesitas sacar de tu corazón todo aquello que te oprime, todas las cosas que no te dejan ser feliz.
Soy el amigo que nunca falla; amigo que siempre estará dispuesto a escucharte, a socorrerte en tus necesidades, a levantarte cuando por desgracia hayas caído, a darte todo el apoyo y la comprensión en tus momentos de infortunio.
Si quieres, recuesta tu cabeza en mi regazo Santo y llora, que yo secaré tus lágrimas y te haré sonreír.
No temas a los que te persigan y te calumnien; ora por ellos, suplica que mi Misericordia descienda sobre estas pobres almas como lluvia copiosa; perdónalas, porque no saben lo que hacen, son instrumentos de Satanás que quieren ensombrecer mi obra, opacar la luz Divina que he derramado en ti.
Hijo amado, cuando sientas tu corazón agitado y turbado: respira profundamente y piensa en Mí; sumérgete en la herida abierta de mi costado, que te haré llegar a mi Sagrado Corazón e inflamaré tu corazón de paz; llorarás, ya no de tristeza si no de gozo, de haberte encontrado conmigo.
{Jesús, Tú sabes que te amo; tus palabras son bálsamo de paz para mi corazón herido; gracias, amado mío, porque siempre que acudo a Ti te encuentro; jamás me has dejado con las manos vacías, una gracia siempre me concedes. Te suplico, amante Jesús mío, que nunca te apartes de mí; porque sin Ti me perdería, naufragaría en la profundidad de aguas caudalosas, sería como un navío sin brújula, sin dirección.}
Yo jamás me aparto de los hombres, son las criaturas las que se separan de Mí; porque el mundo las ha seducido, el pecado las ha sumergido en el lodazal. Convéncete, hijo mío, que mi Amor siempre te acompañará, el manto de mi Misericordia te cubrirá.
{Gracias, Señor, por tu bondad; no merezco llamarme hijo tuyo, no soy digno que hables a mi corazón y me hagas sentir que estás vivo, que eres el amigo siempre dispuesto en ofrecerme su ayuda, en mostrarme el camino que me lleva al Cielo.
Gracias, Señor, por tu derroche de amor; hoy has levantado mi ánimo decaído, me has dado fuerzas para continuar y no rendirme en medio de la batalla.}
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.