Soy el Buen Pastor que voy tras la oveja perdida

273. Soy el Buen Pastor que voy tras la oveja perdida

17 de Mayo de 2013 (7:50 p.m.) 

{Jesús, mi delirio de amor, heme aquí de nuevo queriendo escuchar tu voz, deseando sentir tu presencia, porque la melancolía ha rebosado mi corazón; por algunos momentos me siento solo, el temor invade mi alma.

Escucha, oh tierno Padre, mis lamentos, las cosas que vivo muy pocos las comprenden, no tengo casi a nadie a quien contárselas. Por eso me desahogo escribiendo para tu diario, sé que me estás escuchando y que tu mirada no se ha apartado un solo instante.

No comprendo por qué me elegiste siendo tan débil, tan pecador, cuando hay tantas personas buenas que te hubieran podido servir mucho mejor que yo.}

Ángel mío, cuantas veces estés triste, ven a Mí que seré tu consuelo, te hablaré dulcemente al corazón y haré que mis palabras conviertan tu dolor en alegría.

No hay motivos para que te sientas solo, yo soy tu compañía; aun sin tú darte cuenta camino a tu lado. Tantas veces te he sostenido, cuando te he visto en peligro de caer al abismo; tantas veces he vigilado tu sueño y te he visto dormir, tantas veces he secado tus lágrimas y he hecho que los rayos del sol alumbren sobre ti. 

No te angusties por las cosas maravillosas que te permito vivir, no son imaginación tuya; es una realidad, porque eres mi elegido, el elegido para mi obra. Eso sí, te pido encarecidamente que conserves la humildad, porque a los soberbios difícilmente los resisto.

No te canses de agradecerme por el gesto de Misericordia que he tenido contigo; estabas perdido y te he encontrado; como puedes ver, mi bondad no tiene límites.

{Jesús mío, tus palabras me sorprenden, me hablas con tanta ternura que quisiera saltar de alegría; desearía salir a la calle y gritarle al mundo entero que Tú estás vivo.

Te doy infinitas gracias, porque me encontraba en un basurero y me rescataste; no soy digno de tu amor ni de tu Misericordia.}

Quiero demostrarte a ti y al mundo entero que soy el Buen Pastor que va tras su oveja perdida, y una vez la encuentra la toma sobre su hombro, va y le sana sus heridas.

Cómo no preocuparme por ti y por todos mis hijos. He muerto en una cruz para redimir a los hombres del pecado.

Hijo mío: descansa, recupera las fuerzas, porque es mucho el trabajo que te espera en la salvación de las almas. 

{Señor, te amo con el alma y con el corazón; gracias, porque te fijaste en mí a pesar de mi miseria y de mi nada; puedo ser testigo para el mundo entero de tu amor y de tu bondad para con el pecador.

Veo a Jesús vestido de túnica blanca; sobre su cuello lleva una estola roja, sonríe y me dice:}

Recibe mi bendición, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.