Haz del trabajo, oración
319. Haz del trabajo, oración
2 de Julio de 2013 (4:25 p.m.)
Hijo amado, he escuchado tu plegaria; el deseo que tienes de encontrarte conmigo me ha llevado a hablarte por medio de este diario espiritual y, porque te amo, porque eres importante para Mí, te descubro algunos tesoros escondidos que solo revelo a los sencillos, a los humildes, a los que tienen corazón de niño.
¡Ah! Hijo querido, el amor que tengo por todos los hombres me lleva a escribir con letras de oro mis palabras, mis consejos, mis lecciones de amor divino; lecciones de amor divino que van dirigidas a todos los apóstoles de mi Sagrado Corazón. Así como un día le hablé a la humanidad entera por medio del diario de Santa Faustina Kowalska, hoy le quiero hablar a todo el mundo a través de este diario espiritual; porque deseo que todas las criaturas me conozcan, profundicen en la ciencia del cielo que les hace santos; deseo que todas las criaturas se acerquen con plena confianza a mi Sagrado Corazón y descubran el océano infinito de mi Misericordia Divina; por eso, no te detengas, vigila para que no entres en un sueño pasmoso; muchas almas deben conocer de Mí, muchas almas deben aprender a defenderse contra Satanás y sus secuaces. La batalla es dura; por eso, acércate a Mí, te entregaré la armadura que necesitas para que le derrotes, porque a mi lado todo es victoria.
Un apóstol de mi Sagrado Corazón bebe del agua viva que brota de mi sagrado costado.
Un apóstol de mi Sagrado Corazón permanece en estado de gracia.
Un apóstol de mi Sagrado Corazón oxigena su espíritu con la oración, repara sus propios pecados y los pecados de la humanidad, me colabora en la salvación de las almas. Por eso, heme aquí con mi Corazón envuelto en una llama de amor; acércate a Mí, te abrasaré con el fuego de mi Amor Divino; haré cenizas tus debilidades, te nutriré con el alimento perdurable, con el alimento que te da salvación y vida eterna.
Como apóstol de mi Sagrado Corazón no estás exento de la tentación; fortalécete, haz sacrificios y batalla; los enemigos del alma no podrán hacerte daño si cierras las puertas al espíritu engañador.
Lo primero que hace el demonio es sembrar en tu corazón la inquietud, algunos pensamientos e ideas fijas que con el tiempo te separan de Mí. Por eso, es indispensable que mantengas ocupada tu mente pensando solo en Mí; las jaculatorias unen tu corazón al mío, las jaculatorias elevan tu espíritu al Cielo. Los grandes santos repetían jaculatorias durante el día; hacían del trabajo, oración.
Un apóstol de mi Sagrado Corazón no está exento de la sequedad de espíritu; habrá momentos de tedio por la oración, habrá momentos en que no fluirán palabras de su corazón ni de sus labios; pero esto no podrá ser motivo, para no permanecer postrado a los pies de mi Corazón Eucarístico.
En el sagrario está la fuente de agua viva, Yo mismo derramaré torrenciales de mi amor y de mi Misericordia.
Cuando un alma se encuentra en estado de aridez espiritual, debe orar con mayor fe y perseverancia; el enemigo sutilmente la puede distraer, alejar de mi presencia, desviarla del camino que le lleva al Cielo. Cuando un alma se encuentra en estado de aridez espiritual, debe pedirle a su santo ángel de la guarda que ore por ella, que ore junto a ella; y de nuevo despertaré en ella el anhelo por la oración, querrá disfrutar de encuentros a solas conmigo; porque mi amor le ha cautivado, seducido y atrapado.
Un apóstol de mi Sagrado Corazón mantiene la lámpara de su corazón encendida, mi Luz Divina es antorcha del Cielo que le ilumina su sendero.
Haz que muchas almas vivan mis palabras; haz que muchas almas amen, adoren y reparen mi Divino Corazón; porque no todos me aman, no todos me tratan con delicadeza; muchos me hieren, me lastiman; muchos clavan dardos de desamor, llevándome de nuevo al Getsemaní, a una crucifixión que sumerge mi Espíritu en agonía profunda.
¿Quieres ser apóstol de mi Sagrado Corazón?
¿Quieres consagrar tu vida a mi servicio?
¿Te comprometes a reparar las injurias que diariamente recibo de las criaturas?
Si me dices sí, en el Sagrario entregaré, en tus manos, el libro de tu vida para que juntos firmemos nuestro pacto de amor.
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.