La fidelidad
427 . La fidelidad
12 de Noviembre de 2013 (7:24 a.m.)
Hijo he sido Yo el que te ha hablado al oído, suscité en tu corazón el deseo de soledad, de silencio; te facilité los medios para que te encontraras a solas conmigo.
¿Qué te pido en este desierto de amor, en mi Sagrado Corazón?
Quietud de espíritu, apertura a la acción del Espíritu Santo, docilidad para que te dejes moldear, tallar, pulir. Decisión de dejarme que te muestre el camino; y sin miedos, sin titubeos caminar por la ruta que te señale.
¿Qué te pido para este desierto de amor, en mi Sagrado Corazón?
Que pidas, insistentemente, que el fuego de mi Santo Espíritu descienda sobre ti, y ráfagas de fuego penetrarán en tu corazón y sentirás arder de amor por Mí; podrás vislumbrar, con mayor nitidez, la luz que te muestre para que no caigas en pozos oscuros, para que vayas siempre por el camino recto que te lleva al Cielo.
¿Qué te pido para este desierto de amor, en mi Sagrado Corazón?
Que te olvides del mundo, que no te dejes robar las gracias que quiero concederte; que te desconectes, incluso de los tuyos. Porque, ¿ cómo pretendes escuchar mi voz, si tu pensamiento está ausente de Mí, si tu corazón está agitado? Abandónate en Mí, me encargaré de los tuyos; tú, ocúpate de mis asuntos, y verás la obra de amor que haré en ti durante estos días de desierto.
Hijo, apóstol de mi Sagrado Corazón, necesitas alimentar tu espíritu, nutrir tu alma; por eso, es necesario que vivas algunos ejercicios espirituales; que no te domine el cansancio, no caigas en un sueño pasmoso.
Los ejercicios espirituales dan plenitud a tu corazón, te habitúan en el contexto espiritual y te dan fuerzas para continuar la marcha.
Los ejercicios espirituales vivifican tu fe; te llevan a buscar, a escudriñar mis misterios divinos para que te hagas sabio; la ciencia divina te llevará a la santidad; por eso, hijo amado, este desierto de amor, en mi Sagrado Corazón, será de gran provecho para tu alma si no te dejas distraer, si centras tu mirada solo en Mí, si te das la oportunidad de, realmente, encontrarte conmigo; porque muchas veces las almas suelen estar de cuerpo presente y sus corazones ausentes de Mí.
Mantente atento, vigilante al estilo de María Magdalena, la mujer del Evangelio; ella se postraba a mis divinos pies y su mirada estaba fija solo en Mí; mis palabras la conmovían, mis palabras la llevaban a un arrepentimiento verdadero; mis palabras la hacían sollozar y suspirar de amor.
Primer tema: Fidelidad, entrega decidida, decisión para responder a mi llamada.
Hijo, si eres fiel a mi palabra, a mi Evangelio, a mis enseñanzas, te salvarás; desde en vida trabajarás para alcanzar la dicha y felicidad eterna.
Si eres fiel, el Cielo gozará contigo, el manto de mi Misericordia Divina siempre estará puesto sobre ti.
Si eres fiel no perecerás, el demonio no tendrá cuentas contigo.
Si eres fiel, siempre contarás con la intercesión de mi Madre; Ella es la puerta del Cielo siempre abierta; Ella es el sol radiante que ilumina tu camino; Ella es estrella de la nueva evangelización.
Necesitas conocer de Mí; necesitas profundizar en mi Evangelio; necesitas conocer la riqueza espiritual que contiene el Magisterio de la Iglesia y la Tradición.
Si eres fiel, te concederé la gracia de habitar en lo profundo de mi Sagrado Corazón; las llamas de mi Amor Divino harán cenizas tus pecados, tus debilidades.
Si eres fiel, tu corazón siempre sobreabundará en paz.
Si eres fiel, las cosas del mundo te producirán hastío, sentirás repugnancia por el pecado, experimentarás horror por el sufrimiento de las almas condenadas.
Si eres fiel, habrá bonanza espiritual para ti; los santos, que ahora gozan de la visión beatífica de Dios en el Cielo, fueron fieles a la llamada, respondieron con prontitud, caminaron por caminos angostos, pedregosos; el sacrificio, la mortificación, la penitencia embellecieron sus corazones, sus almas; estaban radiantes como cuando la luna llena desprende sus rayos de luz en una noche oscura.
La fidelidad lleva al alma a la coherencia de vida, sus acciones son transparentes, no hay engaño en su boca, llevan sobre sus cabezas la corona de la verdad.
La fidelidad lleva al alma a alcanzar el Cielo; tantos hijos míos juraron amarme siempre, escuché de sus labios promesas; y un día se dejaron tentar, un día me cambiaron por los placeres fugaces del mundo, un día me vendieron como Judas.
La fidelidad lleva al alma a una adhesión a mi Iglesia. Iglesia que es Una, Santa, Católica, Apostólica, Romana; Iglesia, fuente de gracia y de misericordia para con todos los hombres.
Hijo, sé audaz, intrépido; busca alcanzar todos los medios que necesitas para ganarte el Cielo.
Teme ofenderme, herir mi agonizante Corazón; teme separarte de Mí. Entrégate totalmente a Mí; dóname tu vida sin reservas, no quiero que tu amor sea dividido. Abandónate en Mí; toma ya la decisión de cortar de raíz con tus vicios, esclavitudes.
Sé libre, totalmente libre; durante muchos años arrastraste las cadenas del pecado, durante muchos años bebiste hiel amarga, durante muchos años anduviste por caminos amplios y espaciosos.
Hoy es el día para que me digas sí. Hoy es el día para que hagas un examen de conciencia y me pidas perdón; porque no siempre me has respondido con generosidad, no siempre has valorado las gracias que te he concedido.
Este es el día para que abras el viejo baúl de los recuerdos y medites en todas las situaciones de tu vida que te hicieron réprobo, infiel a mis principios, a mis leyes.
Este es el día para que reflexiones en aquellas situaciones en las cuales hoy consideras que abusaste de mi Misericordia.
En mi presencia eucarística, viva y real, en mi sacramento de amor te pregunto:
¿Has sabido serme fiel a la vocación a la que te llamado o a tu estado de vida? Porque también los sacerdotes y los consagrados caen en adulterio.
¿Qué situaciones de tu pasado te producirán mayor vergüenza el día en que estés cara a cara conmigo? Has de saber que solo quiero sanar tu corazón, liberarte del yugo de tus pecados; has de saber que si te arrepientes y veo contrición verdadera en ti, arrancaré algunas páginas del libro de tu vida.
Contéstame, respóndeme interiormente, porque te escucho. No te guardes nada; entrégame hasta aquellas escenas de tu vida cuando me desvestías y dejabas desnudo mi Cuerpo Santísimo por dar rienda suelta a tus bajas pasiones, a tus bajos instintos, o cuando amarrabas mis manos y azotabas con crueldad mi Cuerpo adorable y traspasabas con lanzas de desamor mi agonizante Corazón; porque tu corazón olía a mundo, estaba gangrenado por el pecado, padecías de lepra espiritual.
¡Ah! Qué bien produce en tu alma tu sinceridad; que bien produce en tu alma este encuentro a solas conmigo; que bien produce en tu alma la disposición que tienes de alcanzar de corazón la santidad, de ser uno de mis mejores discípulos, vasallo de mi Sagrado Corazón.
Recuerda que un apóstol de mi Sagrado Corazón me es fiel, totalmente fiel; su vida es luz; su vida está marcada por mis leyes y dictámenes divinos.
Sé fiel y en el Cielo te descubriré todas las bondades que trae para el alma esta virtud.
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.