Eras oveja perdida, te rescaté por Misericordia
161. Eras oveja perdida, te rescaté por Misericordia
26 de Enero de 2013 (8:00 a.m.)
Agustín, hijo amado, acércate a Mí; quiero sellar tus sentidos con mi Sangre preciosa; quiero vaciar tu corazón de todo apego, de todo afecto humano para que tu amor hacia Mí sea puro, enteramente libre.
Mantén tu espíritu abierto a la gracia divina, prepara tu corazón para mi diario espiritual; muchas almas volverán a Mí; muchas que han perdido la ilusión de vivir sentirán gozo, su corazón rebosará de mi paz.
Háblales a mis hijos, a tus hermanos de mi Misericordia; cuéntales que tú eras oveja perdida de mi redil, que un día te encontraste conmigo y sané tus heridas.
{Veo a Jesús; sobre sus hombros lleva una oveja malherida, algunas gotas de sangre manchan su túnica blanca, resplandeciente; y a medida que avanza por el camino, dice:}
Por fin te he encontrado, oveja mía, déjame llevarte a mi rebaño; con el bálsamo que brota de mis santas llagas te sanaré, te curaré.
{Perdóname, amantísimo Jesús mío; con mi rebeldía he herido tu Corazón, estaba perdido, pero me encontraste; tu Misericordia no tiene límites, gracias por sanar mis heridas, gracias porque me tomaste entre tus brazos y me rescataste, precisamente, en el momento en que estaba a punto de caer en el abismo.
Quería llorar y escuché la voz de Jesús que me decía:}
Si quieres llora, que Yo mismo secaré tus lágrimas con la orla de mi manto.
{Cómo contener mis lágrimas, Señor, ante tanto amor tuyo, tanta benevolencia para conmigo cuando tanto te he ofendido, te he lastimado.}
No te martirices más, hijo mío; ya he purificado tu corazón en la fuente de mi Divino Corazón, te he limpiado de tus suciedades; te he atraído a Mí por amor, mas no por temor.
{En qué momento de mi vida, Señor, me separé de Ti. ¡Cómo es posible que te haya cambiado, que haya herido cruelmente tu corazón, cuando eres tan bueno, tan sumamente compasivo y misericordioso!}
Te separaste de Mí el día que abriste las puertas de tu corazón a la tentación y probaste la hiel amarga del pecado; aquel día nefasto, en el que sucumbiste al pecado, cuando yo quería nacer en tu corazón, cuando yo quería que me calentaras porque tenía frío.
{Perdón, Jesús, por mi infidelidad; no te supe valorar, te cerré las puertas y no te permití entrar; me hice objeto de Satanás con mis pecados, destrocé tu Cuerpo.}
Aun cuando caminabas por cañadas oscuras no me separé de ti; cuando estabas en alto riesgo de perderte, un ángel te cogió de tus manos e impidió que cayeras al precipicio, te condujo hacia Mi; por eso te has encontrado conmigo.
{Gracias, Jesús, por tu Misericordia; me saliste en la mitad del camino y me encontraste; a tu lado he descubierto lo que es la verdadera vida, he experimentado tu Amor.}
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.