Mi Corazón es fuente de Misericordia

166. Mi Corazón es fuente de Misericordia

26 de Enero de 2013 (12:50 p.m.)

{Señor, tus palabras embriagan mi alma de amor por Ti; no quiero poner obstáculo a la obra que estás haciendo en mí, solo te pido que me des la docilidad de ser arcilla blanda entre tus manos.
No quiero estropear los planes que tienes trazados en mi vida; pero en algunos momentos me asusto, me siento débil para continuar, el miedo intenta paralizarme, bloquearme, muchas veces pienso en el que dirán; ahora me abruma el escribir las experiencias de amor contigo; quisiera guardarlas en mi corazón, morir con ellas, ser enterrado con ellas.} 
Amado mío: haces bien en desconfiar de ti mismo, sin Mí nada podrás hacer, tus fuerzas no pueden superar mis fuerzas; soy Yo quien soplo sobre ti mi hálito divino, para que te muevas de acuerdo a mi Divina Voluntad; pero una cosa te pido, y es que no dejes perturbar tu corazón, perder la calma; porque de esto se puede valerse el demonio para que entres en desazón, en confusión y mi obra se desplome, como castillo de arena se desploma por el viento.
No pienses en agradar a las criaturas, que todo lo que hagas sea para mi Gloria; saca de tu corazón prejuicios humanos, olvídate de lo que piensen los otros de ti, siempre tendrás unos a favor y otros en contra.
No tengas ningún reparo en escribir las experiencias que te permito vivir; es que quiero que los hombres no me tengan tan distante, que comprendan que siendo Dios, me abajo, me hago humano para llegar al corazón de todos mis hijos.
Agustín, difunde sin cesar el apostolado de reparación; busco almas víctimas que consuelen mi agonizante corazón, busco almas reparadoras que desagravien las injurias que recibo de las criaturas.
{Un día entregaste tus redes en mis manos, enséñame a pescar; quiero traerte muchas almas, para que sacien la sed ardiente que tienes, de que los hombres te amen en el Santísimo Sacramento y sanen las heridas de tu Corazón con el bálsamo de la reparación; pero no sé cómo hacerlo, dame la luz, oh, Señor!}
Habla de mi Misericordia, enséñales el camino del amor que lleva a las almas al Cielo; persuade a los hombres que el pecado hiere mi Corazón, es como cuchillo de doble filo que destroza mi Cuerpo; muéstrales las consecuencias nefastas que trae consigo el pecado; diles, a mis hijos, que no importan sus equivocaciones, sus pecados, siempre les estaré esperando dispuesto a darles mi perdón, queriendo remendar y sanar su corazón roto, herido; muéstrales la importancia de abrazar mi cruz, de amar el sufrimiento, de caminar conmigo por la calle de la amargura para después recibir y saborear el premio; convéncelos que el Sagrario es un pedacito de Cielo en la tierra en el que siempre me encontrarán.
{Qué sería de nuestra vida si no te hubieses quedado en el Sagrario; nos sentiríamos huérfanos, vacíos; gracias papá por tu derroche de amor, por hacer de tu corazón océano infinito de Misericordia, fuente de agua viva que jamás se acabará.
Vi a Jesús, y de su Corazón salía agua, y empecé a sentir sed de Dios; mi alma se consumía en fuego que no quemaba, mi alma se inundaba de paz y escuché la voz de Jesús que me dijo:}
Mi Corazón es fuente de misericordia, acércate y bebe del agua viva para que nunca más tengas sed; ven a la fuente eterna de amor; en el Sagrario embriagarás tu alma de paz, en el Sagrario sumiré tu corazón en un océano de agua refrescante.

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.