Armas para el combate espiritual

126.2ª,3ª,4ª arma para el combate espiritual

20 de Enero de 2013 (5:25 a.m.)

Segunda arma:  La vigilancia.

La vigilancia es otra arma del combate espiritual, que mantiene tus sentidos abiertos y despiertos; porque el diablo ronda, como león rugiente, queriéndoos devorar.
La vigilancia lleva al alma a mantener suficiente reserva de aceite, porque no sabe en qué momento llega el novio a invitarle a las bodas del Cordero.
La vigilancia lleva al alma a detectar la presencia de enemigo y, una vez descubierto, se enfrenta con el ayuno y la oración.
La vigilancia lleva al alma a descubrir a Satanás disfrazado con piel de cordero.  

Tercera arma:  La desconfianza en ti mismo.

Hijo, no te fíes de ti mismo, recuerda lo vulnerable que eres, la materia de que estás hecho; no confíes en tus propias fuerzas ni te acerques al fuego, porque te puedes consumir como leña seca y convertirte en cenizas.
No te creas una obra perfecta: piensa en tus debilidades y las luchas para alcanzar la virtud.
No te fíes de ti mismo: Satanás es muy sagaz y puede llegar, tan sutilmente que ni siquiera lo sientas.
No te fíes de ti mismo: Satanás puede llegar a ti y hacer estragos en tu vida espiritual, y lanzarte al heno para que ardas en tus pasiones. 


Cuarta arma:  El crucifijo y los salmos.

Cuando te sientas fuertemente tentado y creas que perderás la batalla, toma en tus manos un crucifijo y medita el estado en que me tienen los hombres con sus pecados, mira mi Cuerpo cruelmente azotado, mi cabeza traspasada por la corona de espinas, mi Corazón agonizante sumido en profundo dolor.
Piensa, más bien, que a ti te he llamado, porque mi Misericordia es infinita; que he puesto mis ojos en ti para que sanes mis llagas y repares las injurias que recibo de las criaturas.
Medita en algunos salmos que predispongan tu alma para el combate, para la guerra espiritual, y aumenten tu confianza en Mí, porque a mi lado no sufrirás derrota, no pasarás por penurias ni escasez, todo lo tendrás; así un ejército se abalance en contra tuya, nada te sucederá porque eres combatiente del ejército de Dios, eres uno de los míos a los que cuido con sumo esmero.

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.