La cruz, manantial de gracia
131. La cruz, manantial de gracia.
20 de Enero de 2013 (11:45 a.m.)
Un amante de mi Sagrado Corazón debe amar extremadamente la cruz de la misma manera como Yo la amé.
Un amante de mi Sagrado Corazón debe identificarse con el signo del cristiano: mi Santa Cruz; cruz que abracé con amor, porque a través de ella redimiría al género humano, pagaría su deuda contraída por el pecado; le liberaría de la esclavitud, del yugo del poder de las tinieblas.
Un amante de mi Sagrado Corazón encuentra consuelo en la cruz porque sabe que este es el medio que le purifica, le limpia toda mancha de pecado.
Un amante de mi Sagrado Corazón comprende que el camino de la cruz es el camino más corto para llegar a la perfección; porque acrisola el alma, le refina como oro y plata.
Un amante de mi Sagrado Corazón, al cargar la cruz con amor se une a mi sufrimiento, se asocia a algunos de los misterios de mi Sagrada Pasión.
Un amante de mi Sagrado Corazón, acogiendo la cruz con beneplácito y resignación, quita obstáculos que se oponen a mi Amor Divino; el celo insaciable de alcanzar la salvación le hace sufrir y padecer con amor.
Un amante de mi Sagrado Corazón hace de la cruz manantial de gracia para llegar al Cielo; acepta todo sufrimiento, no se aparta de la prueba, todo lo ofrece para reparar las injurias a mi agonizante Corazón.
La cruz es manantial de gracia cuando el alma decide ser mi cirineo y me ayuda a llevar, sobre sus hombros, parte del peso extenuante de mi cruz.
La cruz es manantial de gracia cuando el alma permite que le crucifique por amor.
La cruz es manantial de gracia cuando el alma sufre en silencio, padece por amor y me ofrece sus penas como bálsamo sanador para mis heridas.
La cruz es manantial de gracia cuando el alma enjuga mi divino rostro y deja que le comparta parte de mi sufrimiento.
La cruz es manantial de gracia cuando el alma acoge con amor la prueba, cuando experimenta paz en el sufrimiento.
La cruz es manantial de gracia cuando el alma se ofrece para sufrir, para ser víctima de mi Sagrado Corazón, para ser un pequeño pararrayos del cielo en la tierra.
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.