196. Repara, porque a esta hora soy maltratado
6 de Febrero de 2013 (10:00 a.m.)
{Jesús amado, eres el tesoro escondido que me has dejado ver, descubrir; quiero ser un cirio que arda y se consuma de amor en el sagrario. ¿Qué puedo hacer por Ti? Porque ya todo lo has hecho por mí, y me ha llegado la hora de retribuirte, de corresponderte.}
Sé barro dócil entre mis manos, porque quiero hacer de ti una obra perfecta; sé mi mensajero, mi vocero del Cielo en la tierra; anúnciale a todo el mundo que mi Misericordia es eterna, no me importa la magnitud o cantidad de pecados; siempre estaré esperando para dar mi perdón, impartir mi bendición para que sean buenos, para que enderecen sus caminos y vuelvan a Mí.
Cumple cabalmente con la misión que te he conferido, fuiste llamado a ser apóstol de la reparación; lleva a muchas almas a ser apóstoles de mi Sagrado Corazón; vasallos del amor que extiendan, por todo el mundo, el reinado de mi Divino Corazón.
Sé centinela, alma adoradora de mi Augusto Sacramento; repara las injurias, ofensas y traiciones que recibo de algunas almas consagradas; el dolor que ellas me producen, excede a cualquier ofensa que recibo de otras criaturas.
{Heme aquí, amantísimo Jesús, queriendo ser tu esclavo de amor, dispón de mí como Tú quieras; solo quiero caminar en tu Divina Voluntad, temo herir tu Corazón; por eso, muéstrame mis faltas y llévame a una conversión perfecta y transformante, dame la sabiduría para ser dócil a tus inspiraciones, dame la fuerza para llevar al mundo entero el apostolado de reparación.}
¡Bien lo has dicho! Porque tu misión es reavivar la devoción a mi Sagrado Corazón, despertar en las almas el vivo deseo de reparar las injurias que recibo diariamente de las criaturas.
{Veo a Jesús con su Corazón traspasado por una lanza y con tono triste me dice:}
Hijo amado: los pecados de los hombres traspasan mi agonizante Corazón de lado a lado; tú sana mis heridas con el óleo bendito de la reparación; quiero recibir de ti consuelo; dame todo el amor que no todos mis hijos me dan; quédate unos minutos más en mi nuevo Getsemaní, no me dejes solo; repara, porque a esta hora estoy siendo maltratado, golpeado.
{Aquí estoy, Señor, postrado a tus pies; si mi pobre compañía es alivio a tu dolor suspende el tiempo, para las manecillas del reloj y déjame estar siempre a tu lado: amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran.}
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.