Sé dócil a la obra de amor trazada en tu vida
352. Sé dócil a la obra de amor trazada en tu vida
19 de Agosto de 2013 (9:30 a.m.)
Hijo mío, retoño de los jardines del Cielo, tanto amor tengo para ti que me veo impulsado a escribir mis palabras con letras de oro en este, mi diario espiritual; porque no quiero que te sientas solo, no quiero que la tristeza y la desolación entren en tu corazón, porque me tienes a Mí, porque yo te he elegido como siervo reparador de mi agonizante Corazón; porque yo te he elegido para que permanezcas largas horas en el Sagrario y me rindas toda la adoración y la alabanza que muchos hombres me niegan; yo te he elegido para que partas de tu familia, de tu pueblo, de tu ciudad, de tu país y vayas a tierras lejanas a anunciar la Buena Nueva, dar a conocer mi gran reserva de amor, la gran manifestación de Misericordia para este tiempo: el apostolado de reparación.
Así como un día manifesté, al mundo entero, mi excesiva Misericordia para con todas las criaturas a través de mi apóstol Santa Faustina Kowalska, hoy manifiesto mi gran Misericordia a través de mi hijo amado, apóstol de la reparación.
Necesito valerme de alguien para comunicar, a la humanidad entera, mi mensaje de amor, el raudal de misericordia que contiene mi Sagrado Corazón; por eso, toma este diario espiritual como el regalo que tenía guardado para entregártelo en este día.
Como siervo reparador, como apóstol de mi Sagrado Corazón, estás llamado a manifestarle al mundo entero el gran amor, la gran Misericordia que tengo para con el pecador.
Como siervo reparador, como apóstol de mi Sagrado Corazón, estás llamado a ejercitarte en la virtud, a despojarte de arandelas que te impiden mostrarte tal y como eres. Sé genuino, no trates de esconder algo en tu corazón; recuerda que todo lo sé de ti, todo lo conozco.
Como siervo reparador, apóstol de mi Sagrado Corazón, te pido que profundices en la ciencia de la cruz; déjame descargar en tus hombros parte del peso extenuante de mi cruz, déjame que te muestre el camino de la penitencia y embellezca tu vida interior, perfile, pula y talle mis rasgos divinos en todo tu ser.
Como siervo reparador, apóstol de mi Sagrado Corazón, no me dejes solo en el Getsemaní de mi Sagrario, consuela mi agonizante Corazón y sana mis heridas con el ungüento bendito de la reparación.
Como siervo reparador, apóstol de mi Sagrado Corazón, no pongas obstáculo a la obra de amor, al plan divino que tengo trazado en tu vida. Sé dócil, ve a los lugares a los que te envíe, que nada ni nadie robe mi amor, que nada ni nadie te separe de Mí.
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.