La vana curiosidad
80. La vana curiosidad
10 de Enero de 2013 (9:28 a.m.)
Hijo amado: escribe para mi diario espiritual, porque quiero llevar a todos mis hijos a la verdadera devoción a mi Sagrado Corazón; Corazón que es herido en la Hostia, porque no soy lo suficiente amado por todos los hombres.
Hoy quiero manifestar una falta, aborrecida por mi Divino Corazón, y es la vana curiosidad que es un deseo desordenado de oír, de hablar y de ver; vana curiosidad que te saca del recogimiento de espíritu en que debes permanecer; vana curiosidad que te lleva a temas mundanos, temas que pueden despertar en ti algunos pensamientos y sentimientos ligeros que son la puerta de entrada a la tentación y después al pecado; vana curiosidad que disipa tu corazón y lo inquieta.
Vana curiosidad que te aparta de Mí; porque esta es una falta que opaca la luz en tu alma y te sumerge en tinieblas.
Así es, pues, que la vana curiosidad es un dardo que traspasa mi Corazón porque rompes con el silencio, te unes a un mundo turbulento y pecas por el exceso en el hablar.
La vana curiosidad pone tapones en tus oídos para que no escuches mi voz, pero te los abre a las conversaciones lisonjeras llevándote a presuponer, a imaginar, y a muchas veces terminar escuchando lo que no se ha dicho.
La vana curiosidad empaña la luz de tus ojos, te lleva a pecar con la mirada y una vez acomodado este aguijón en tu corazón despierta en ti la imaginación, luego la deleitación, después la tentación y por último el consentimiento.
Por eso, te llamo a que permanezcas con tus sentidos bien abiertos, pero con tu espíritu recogido y tu corazón unido al mío: te pido que descubras las faltas que hieren mi Corazón y lo sanes con el óleo bendito de la conversión.
FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.