Rechazo al pecado

77. Rechazo al pecado

10 de Enero de 2013 (7:45 a.m.)

Mira el estado lastimoso en que me tienen los hombres.
{Veía su Cuerpo maltratado; su Divino Rostro ensangrentado, hinchado y si hombro derecho tenía una llaga de la cual fluía sangre.}
El pecado flagela cruelmente mi Cuerpo Santísimo; el pecado me lleva a una nueva crucifixión, a experimentar el mismo sufrimiento de mi Sagrada Pasión.
El pecado me lleva a una profunda agonía; agonía de ver cómo las almas no se acogen a mi Divina Misericordia; agonía de ver descender tantas almas a las profundidades del infierno por haber rechazado mi Amor, por haber trasgredido mis leyes, por haber accedido a la tentación.
El pecado es el flagelo y la epidemia mortal en todas las generaciones; epidemia que ha llevado a infinidad de almas a la segunda muerte.
El pecado hiere mi agonizante Corazón, lo traspasa con lanzas de desamor. El pecado separa al alma, le arrebata mis gracias.
El pecado es veneno letal para el alma; quien lo prueba, perece.
El pecado es el peor enemigo para mi Sagrado Corazón; Corazón que solo sabe amar y perdonar; Corazón en el que hay un océano infinito de Misericordia.
La devoción a mi Divino Corazón te debe llevar a evitar toda falta que me hiera, que me lastime.
La devoción a mi Divino Corazón te debe llevar a examinar tu vida, para que descubras tus debilidades y te esfuerces en superarlas.
La devoción a mi Divino Corazón te debe llevar a meditar en los horrores y sufrimientos de las almas condenadas; almas que en vida despreciaron mi Misericordia y anduvieron por los caminos amplios, espaciosos que las llevaron a la perdición.
La devoción a mi Divino Corazón te debe llevar a tomar conciencia que como Maestro Santo te enseño a que seas santo; que mi pureza no puede ser manchada, opacada; por lo tanto, te exijo un grado de virtud, te exijo que alcances la perfección para que puedas ser apóstol de mi Sagrado Corazón; que tu testimonio de vida me honre y glorifique.
La devoción a mi Divino Corazón te debe llevar a reparar tus faltas, por grandes o pequeñas que sean, porque toda falta es un acto de desamor que me hiere.

FUENTE: DIARIO ESPIRITUAL AÑO 2013 de la Comunidad de Siervos Reparadores.